Cien años de Horacio Salgán, el último maestro
La estética del tango, por su elasticidad, admite usos contrapuestos: como un acto de consumo, homonegeizador y aplanador, o como un hecho artístico excelso, al nivel de las músicas más complejas. Horacio Salgán, que cumple cien años el miércoles, es un exponente -acaso el mejor- de esa segunda posibilidad, que condensa un tango educado, refinado y a la vez atorrante.