Lunes 25 de Noviembre de 2024

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“El espectáculo es como una caja mágica”

Son dos intérpretes internacionales con amplia trayectoria en cine, televisión y teatro. Debutarán por primera vez juntos en un escenario de la mano de una dramaturga francesa, Salomé Lelouch, y con dirección de Claudio Tolcachir. Ambos reflexionan sobre este momento en sus carreras y sobre la política que los rodea en sus respectivos países.

Desde su debut teatral en 1984, en el sótano del teatro Payró, Mercedes Morán demostró su ductilidad interpretativa, luego vino la televisión, el cine y las plataformas. En ese mismo año los argentinos adoptamos a Imanol Arias como a uno de nuestros actores, cuando lo vimos como el sacerdote Ladislao, en la película Camila de María Luisa Bemberg. Casualidad que ambos conquistaran público nacional a partir de esa fecha y varias décadas después se los podrá ver juntos en la comedia Mejor no decirlo de la dramaturga francesa Salomé Lelouch, con dirección de Claudio Tolcachir. El secuestro artístico a Arias sólo puede durar diez semanas, así que desde el 22 de este mes estarán de miércoles a domingos en la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660, CABA).

—¿Qué dirían de esta comedia y por qué aceptaron hacerla?

 

MORÁN: Quise poder hacer este género, una comedia, porque tenía ganas de escuchar y provocar visas. Me parece que en este momento es saludable. Nos encontramos con este texto francés muy inteligente y actual. Siento que va a despertar mucha empatía, porque se corre del lugar común de las obras de parejas, donde en la discusión se destapan grandes secretos. Aquí no, sí hay una dinámica amorosa y divertida donde están discutiendo las cosas que vemos todos, en este momento. Hasta donde llega la deconstrucción de unos y de otros, de cómo tratamos de ser personas de esta época, tan llena de cambios y que a veces generacionalmente no podemos acceder con esa rapidez. Son sólo dos personajes que permiten el juego de la actuación y me terminó de cerrar el saber que trabajaría con Imanol, más la dirección de Claudio Tolcachir.

ARIAS: Es un texto muy interesante de afrontar y divertido, porque te permite no tener que construir un personaje enorme, sino que tiene un tratamiento tan simple que es tremendamente complicado, hasta que encuentras la conexión. Creo que es un espectáculo que no permite desconectarnos en ningún momento. Hay que crear una burbuja. Es fundamental el tratamiento de las dos personalidades, que no tienen nombre, son Ella y Él. Diría que es un matrimonio de la tercera edad en el mejor sentido, hay convivencia, similitudes e intimidad. Permite mucho la escucha y creo que en el teatro es importante. Se parece a una caja mágica, que no para y que da pocas explicaciones. Quería dejar por un tiempo de hacer cine para televisión y seguir con el escenario. Había hecho dos obras muy fuertes, la versión teatral de El coronel no tiene quien le escriba y Muerte de un viajante. Cuando leí Mejor no decirlo me enfrenté con otro tipo de texto, además el desafío de relacionarme con mi acento para que se me entienda.

M: Es una pareja que claramente no tiene hijos en común. Evidentemente es un vínculo elegido. Son honestos con lo que piensan y le han perdido el miedo a la discusión, dejando de guardarse cosas, que pudiera provocar un alejamiento por pensar diferente. Ya tienen más por detrás que por delante y está corrido del drama, es pura comedia.

—En Argentina fuiste dirigido dos veces por Rubén Szuchmacher y ahora por Claudio Tolcachir: ¿qué diferencias encontrás con los españoles?

A: En un plano general el teatro en Argentina tiene variedad y talentos. Muchos de los directores que conozco aquí mandan sus espectáculos a España y transforman. Al mismo tiempo, grandes directores españoles como Alfredo Sanzol vienen a Buenos Aires y están en contacto con la gente que sigue pensando como Kartun y con los nuevos autores. Concretamente lo que sucede aquí es muy poco equiparable de lo que se ve en Europa, a no ser que hablemos de Inglaterra. Venir a este territorio me afecta personalmente, porque tengo la pretensión -quizás sea absurda- de que pertenezco a esta familia de actores. Me aceptan y los respeto muchísimo. En este momento vengo porque lo que más me apetece es estar en Buenos Aires haciendo teatro, ya que si echamos cuentas, realmente no es por otra cosa. Fue por el placer de encontrarme con una actriz, con un texto que nos sirve y con un director que al menos a mí en esta etapa de mi vida, necesitaba, con una mirada diferente.

—A ambos los unió Málaga, allí hay un monolito que te homenajea y a Mercedes le entregaron el año pasado el Premio Trayectoria en el Festival de Cine de allí…

A: Siempre Málaga te emociona y ese festival se supera. Uno piensa qué pasará con el tiempo, hace muy poco estuve en Los Ángeles, viendo el Paseo de la Fama y la calle ahora es realmente tremenda, vallas y bastante sucia. Málaga tiene que ver con el nuevo paseo marítimo y fue nombrada la mejor ciudad del mundo para vivir. Antonio Banderas puso allí su propio teatro. Además de premiar al cine español suma al latinoamericano por igual, es el único que tiene la obligación de equiparar las dos cinematografías, está dentro de su espíritu.

—¿Cómo pudieron sobrevivir a los grandes éxitos televisivos?: Imanol más de veinte años haciendo “Cuéntame cómo pasó” y Mercedes en “Gasoleros”.

M: Lo de él es más valioso, porque yo a los dos años escapé, huí por no quedarme atada a Roxy. Este tipo de series que hicimos nosotros, con tanta popularidad juntaban a la familia, en un día y una hora determinada, ahora solo queda el teatro para estas ceremonias.

A: Fueron tiempos en que había televisión abierta, ahora es más selectivo con las plataformas. Hacés buenos trabajos, pero son muy rápidos, pasajeros y no te marcan tanto. Hoy los jóvenes lo miran desde cualquier aparato. 

—¿La relación entre el cine y las plataformas hoy es imprescindible?

A: La plataforma plantea una producción sostenible. Es un problema de catálogo, es como ir a un gran supermercado que tiene zonas gourmet y otras muy populares. A mí me gusta ver producciones exquisitas como fue Napoleón, aunque pasen antes por el cine y festivales. Ahora si te toca interpretar una de esas series mundiales y la hacés siendo joven te agarra un maremoto, difícil de controlar. Por ejemplo, La sociedad de la nieve, aparte del éxito por su nominación al Oscar está siendo número uno mundial en Netflix. Quiere decir que la ven 50 millones de suscriptores que pagaron. 

M: No hay ninguna película que físicamente pueda hacer eso, ni siquiera la más exitosa de la industria, nunca va a llegar a tener esa cantidad de espectadores. Después cada país tiene que regular las leyes para que los actores seamos protegidos con los derechos de la imagen. El cine es un material que está alimentando a las plataformas. En algunos países como el nuestro la lucha todavía continúa para que ellas nos paguen, no todas accedieron.

—Harán temporada en España. ¿Qué extrañan cuando están de gira?

M: A mí me gusta mucho España. La primera vez que fui la reconocí como si ya hubiese estado. Pensé “aquí también podría vivir”, algo que no es fácil que te pase. Me siento muy querida, además tengo familia, el padre de mis hijas mayores vive allí y mi hermana también.

A: Me gusta pasear por los parques de esta ciudad. Me atrae el misterio de Argentina. Me encanta Buenos Aires con todas las contradicciones y el gran talento que hay aquí. Siempre hecho mucho de menos las estancias en la Argentina por el talento de sus actores, músicos o escritores. A mi hijo que empieza a actuar y que tiene 22 años siempre le aconsejo que venga a estudiar aquí. Tenemos amigos prácticamente que nos quieren como familia. En España hay 15 mil actores más o menos profesionales, solo en Buenos Aires tienen 40 mil.

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