Si una palabra define a Otros Aires esa debe ser fusión. La banda fusiona géneros, artes, sentidos y tiempos. Sobre esto último, Miguel Di Genova prefiere la palabra puente: Otros Aires es un puente que une principios del Siglo XX con la actualidad. Allí, la música se transforma. Se encuentran el tango y la electrónica para crear algo nuevo, algo distinto, y lo hacen virtuosamente.

“Siempre me gustó el tango, sobre todo su parte misteriosa, pero le faltaba algo”, relata el cantante, guitarrista y DJ del grupo. Se embarcó, entonces, en una búsqueda para llenar de esa ausencia que percibía y encontró la electrónica. “Una contradicción”, admite, pero también una confluencia armoniosa que incorpora, además, un mapping sobre las paredes. Otros Aires no solo se escucha, también se ve.

En el Edificio Roverano (Av. de Mayo 560), un inmueble de más de un siglo, Di Genova, junto con Diego Ramos (piano y coros) y Martín Paladino (percusión), festeja los 20 años de Otros Aires. Es en la terraza –o, si el clima lo impide, en el octavo piso-, con entrada gratuita y reserva previa (disponible tres días antes del show a través de tangoba.org) y en el marco del Tango BA Festival y Mundial. “El más grande del planeta”, indica el músico.

“Hoy celebramos la cultura porteña en su máxima expresión y la mostramos al mundo entero”, afirmó el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, en la inauguración del evento que anualmente reúne a los mejores intérpretes y bailarines del 2x4. Con más de 40 sedes distribuidas por toda la Ciudad, vecinos y turistas podrán disfrutar de las presentaciones de más de 750 parejas oriundas de Brasil, Uruguay, Rusia y Japón, entre la media centena de países que tendrán representación, así como espectáculos de íconos del tango, como José Colángelo, Néstor Marconi y Víctor Lavallén.

La programación se prolongará hasta el 27 de agosto y constará de más de 500 actividades con dos mil artistas. “El Festival tiene una energía muy particular”, dice Di Genova, que también lo disfruta mucho como espectador.

Hasta el 22 de agosto y con una vista privilegiada a la Catedral, el Cabildo y la Plaza de Mayo, una proyección rodea a Otros Aires y al público. “Quiero contar una historia con las luces”, expresa el músico. Cada concierto estimula los sentidos de la audiencia y, a su vez, la incluye en el relato. Es una experiencia inmersiva: no acontece solamente alrededor de los asistentes, también sucede dentro de cada uno de ellos.

Otros Aires ofrece un concierto que fusiona tango, electrónica y diseño, además de incorporar un mapping para abrazar al público y estimular sus sentidos

Camuflado entre su propio público está el cantante, guitarrista y DJ: “Soy dos personalidades. En cada presentación, estoy en dos lugares: en el escenario y entre los espectadores”. No siempre le gusta lo que escucha, admite, y cuando eso sucede altera su hoja de ruta. Dialoga constantemente con la audiencia para brindar lo mejor de sí en el show.

Miguel Di Genova es, además, arquitecto, pero se define, antes, como diseñador. No por casualidad sus conciertos se desarrollan en las alturas del centro de la Ciudad, ante algunos de los más emblemáticos edificios de la Historia argentina y porteña que se integran a la puesta en escena. Para él, son dos aristas que van de la mano: “Hago la música igual que un diseño”.

"No puedo dejar de hacerlo. Me fascina todo lo que hago. Soy tomado por rehen". (Miguel Di Genova, cantante de Otros Aires)

Si de unir mundos supuestamente lejanos se trata, Otros Aires es la tesis. En sus 20 años, llevó el electrotango a más de 200 ciudades de todo el planeta. En el marco del Tango BA Festival y Mundial, presenta la primera muestra de lo que será su próximo disco, inspirado en figuras de la cultura argentina, como Jorge Luis Borges u Oliverio Girondo, a quienes quiere acercar a esos destinos.

Cada concierto de Otros Aires es una exposición y una explosión cosmopolita, una fusión de tango y electrónica con arquitectura y diseño, de tiempos lejanos, de tradición y vanguardia, de visión y oído, del público y la banda. “De cine, teatro y música”, agrega Di Genova, que advierte, no obstante, que quien se sube al escenario es un personaje, uno que construyó desde sus 16 años y que deja abajo del mismo toda la intimidad, pero que igual se las arregla para subir disfrazada de letras de las canciones.

“No puedo dejar de hacerlo. Me fascina todo lo que hago. Soy tomado por rehén”, asegura, pero no se resiste.