CAMPO
De fabricar mangas, corrales y bretes, ahora hacen camas para hospitales
Reinventarse, esa es la cuestión. En tiempo de coronavirus , la empresa Farmquip buscó, como muchas otras industrias, reconvertirse y darle una vuelta a su actividad para sobrellevar una situación desesperante.
Desde que se decretó el aislamiento obligatorio de la población, el 20 de marzo pasado, la actividad de la compañía se paralizó. Farmquip es una compañía argentina con licencia australiana que se dedica desde hace años a la fabricación de corrales, bretes, mangas de material galvanizado para el campo. Ads by
Pasada la primer semana de parate, sus dueños decidieron que era momento de tomar las riendas del problema. Entendieron que debían actuar rápido y así lo hicieron: un volantazo a tiempo de 180º, previa conversación con otros empresarios, los llevó a fabricar camas para el sistema sanitario.
En normal funcionamiento, la compañía fabrica corrales de material galvanizado
En diálogo con LA NACION , contaron que debieron buscarle una vuelta para que su compañía ubicada en Acebal, provincia de Santa Fe, vuelva al ruedo.
"No volaba una mosca en la fábrica, pensábamos qué se podía hacer, porque sabíamos que esto iba para largo y dos meses de parate es insostenible para nuestra pyme", relató uno de sus dueños.
"Somos gente de laburo y siempre intentamos estar al pie al del cañón. Como fundadores sabemos lo que nos costó poner a la fábrica de pie. Con una planta de 50 empleados, por más que no se produzca, los costos fijos existen igual y eso pesa un montón", describió.
Se pusieron en conversaciones con una empresa proveedora de insumos ortopédicos y equipamiento médico de alta calidad para sanatorios y hospitales. Ellos les comentaron que como la importación casi había desaparecido, la demanda de camas, como otros insumos sanitarios, se había incrementado sustancialmente.
"En un solo día tuvimos un pedido por 1600 camas. Podrían ser ustedes los que se encarguen de fabricarlas", les dijeron desde la empresa de insumos ortopédicos a los empresarios de Farmquip.
Con una primera orden de 100 unidades, encargaron los prototipos, las plantillas, los insumos específicos y se pusieron a realizarlas. "Cuando les avisé a los empleados que íbamos a hacer camas se sorprendieron, pero no les importó porque ellos más que nosotros querían volver a la fábrica", contó el empresario.
El primer día de apertura de la fábrica les comunicaron a sus operarios que la forma de trabajo iba a ser reorganizada para adecuarse a las medidas de protección sanitaria. "Para mantener todas las normas de prevención, van a trabajar en turnos reducidos y en cada turno habrá menos empleados que de costumbre", les explicaron.
La empresa tambien fabrica boxes para caballos, entre otras instalaciones para el campo
Este proyecto no tiene fines de lucro, solo se salvan los gastos. " Si bien nos permite cubrir los costos, es para dar una mano a la sociedad", indicó.
Historia de la empresa
La empresa nació en Acebal, un pequeño pueblo de productores de 5000 habitantes. Siguiendo la tradición familiar, los dueños aprendieron el oficio de agricultores junto a su padre que tenía un pedazo de campo de 70 hectáreas. Ya adultos, entendieron que todos no podían vivir del campo paterno, por lo que comenzaron a alquilar campos en la zona para trabajarlos.
Un día fueron a visitar a un familiar a Australis. En su recorrida por ese país, notaron que en los campos no existían los tradicionales corrales y mangas de madera sino que todas las instalaciones eran de galvanizado. Les sorprendió la manera práctica en que los "cowboys" trabajaban sus rodeos en las mangas. Decidieron conocer la empresa que fabricaba esos corrales. Allí el dueño les dijo: "Hay un enorme potencial en la Argentina, no dejen pasar esta oportunidad".
Así fue. Con más dudas que certezas, en 2003 emprendieron el nuevo proyecto. Trajeron la licencia y en el galpón que guardaban las maquinarias abrieron la fábrica de a poco. "Nos costó entrar al mercado ganadero porque en su mayoría las instalaciones de manejo en el campo eran de madera y alambre y la gente de campo es reacia al cambio", contó.
Con diseños acordes a las normas de bienestar animal y material resistente a la intemperie buscaban entrar en un negocio que se mostró en un principio reticente. En 2004 fueron a una exposición donde concretaron sus primeras ventas directas. Hoy tienen 5000 clientes y exportan a Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia.
Tanto propietarios como empleados esperan que la pandemia pase pronto porque, ni bien ocurra, la fábrica volverá a abrir a todo vapor y a retomar los pedidos postergados de sus clientes del campo.
Por Mariana Rreike
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