INTERNACIONALES
"Es importante que no se tomen decisiones contra los talibanes que afecten al pueblo afgano"
Ezequiel Heffes asegura que en un conflicto tan largo los actores no son estáticos y van mutando. Foto: AFP.
Ezequiel Heffes, un abogado argentino que vivió un año en ese país trabajando para el Comité Internacional de la Cruz Roja y ahora sigue con la ONG Geneva Call, rechaza sanciones al Gobienro que puedan tener consecuencias directas sobre los ciudadanos.
"Es importante que la comunidad internacional no tome decisiones que afecten al pueblo afgano", destacó el argentino y aseguró que los talibanes "dijeron que quieren que las organizaciones humanitarias se queden, que iban a garantizar seguridad".
Con sólo 34 años, Heffes acumula una vasta experiencia en tratativas con grupos armados de diversas partes del mundo, siempre en defensa del derecho humanitario, no sólo en Afganistán sino también en Colombia, la República Democrática del Congo, Siria, Iraq y Mali, entre otros. Esta es la síntesis de la entrevista telefónica que concedió a Télam desde Nueva York.
¿Cuál fue el rol de las organizaciones humanitarias en estos 20 años de presencia de Estados Unidos y OTAN, y cuál es ahora con el regreso al poder de los talibanes?
Ezequiel Heffes: En Afganistán hay numerosas organizaciones humanitarias trabajando en diferentes temas. Algunas hacen asistencia, es decir distribución de alimentos o medicinas; otras se dedican a hablar con los actores armados para que se respeten las normas básicas humanitarias, y otras hacen las dos cosas. Afganistán es un conflicto que lleva muchos años y tiene muchas necesidades humanitarias.
¿Cuál es su trabajo?
EH: El trabajo específico que hacemos en Geneva Call es tratar de convencer a los grupos armados no estatales, a los rebeldes, de que respeten las normas básicas humanitarias. Nos sentamos con estos grupos alrededor del mundo para discutir y ver cómo podemos trabajar en conjunto para que respeten el derecho.
"Los talibanes dijeron que quieren que las organizaciones humanitarias se queden, que nos iban a garantizar seguridad".”
T: ¿Cuál es la diferencia ente un líder tribal, un señor de la guerra o un jefe talibán?
EH: Lo primero que hay que decir es que todos los actores que encontramos nosotros tienen una voluntad de diálogo. Hubo voluntad de diálogo durante los últimos 20 años y todavía hay. Pero no usamos definiciones como líder tribal o señor de la guerra. Hablamos con grupos armados que tienen un cierto nivel de organización porque la idea es tratar de lograr que cambien su comportamiento. Sin ese mínimo de organización no pueden transmitir internamente algo que hayan acordado, por ejemplo, que no incorporen a niñas, niños y adolescentes a sus filas. Pero también tenemos un diálogo bastante abierto con las comunidades y con los líderes religiosos. Siempre hay voluntad de poder hablar sobre normas básicas
¿Cómo es trabajar con el pueblo afgano y con sus líderes, entonces?
EH: Como argentino, obviamente es más difícil tener cosas en común que si, como me ha tocado, tengo que tratar con un grupo armado de Colombia. Entonces, me tocó trabajar con actores armados en Afganistán puede que haya sido más difícil encontrar esos puntos en común. Otra dificultad es no hablar el idioma y tener que trabajar con un intérprete. Pero siempre hubo predisposición. Y acá marco una diferencia entre el diálogo humanitario y el respeto total de las normas humanitarias básicas. El diálogo no implica respeto a esas normas. En Geneva Call trabajamos, justamente, para traducir ese diálogo en situaciones de respeto humanitario.
¿Este retorno talibán es un retroceso al punto de partida o hay un nuevo escalón, formado durante los años de diálogo?
EH: No creo que se vuelva a arrancar de cero. En el sector humanitario estamos esperando a ver qué pasa con las confirmación del Gobierno. Muchas organizaciones hablaron con los talibanes durante estos 20 años y trabajaron en territorios que ellos controlaban porque no se despertaron hace tres semanas y aparecieron de golpe. Estamos a la espera de ver qué pasa con el Gobierno, cómo se forma, y cómo esos compromisos y esos diálogos mantenidos a lo largo del conflicto se traducen ahora. Hay una cuestión importante, dijeron que quieren que las organizaciones humanitarias se queden, que nos iban a garantizar seguridad.
¿Estos talibanes son más moderados que los que llegaron al poder en 1996?
EH: Numerosos medios de comunicación dicen que son lo mismo que en el 96, pero yo tomaría eso con cautela porque el contexto internacional es distinto, el grupo (talibán) es distinto. Creo que en un par de meses vamos a ver cómo se traducen estos diálogos y compromisos humanitarios. Los actores de un conflicto largo, sean grupos rebeldes o Estados, cambian, no son estáticos.
Aparecieron grupos antitalibanes, ¿hay un escenario para una nueva guerra civil?
EH: No lo sé. Todo depende de cómo se forme el nuevo Gobierno para ejercer el poder de policía y en las negociaciones locales con esos actores. Pero el nivel de enfrentamiento parece ser menor que el de hace unos meses. Hay que ver si estas milicias, si cobran fuerza o negocian localmente con los talibanes.
¿Cuál fue y cuál es el rol de las potencias?
EH: Si efectivamente los talibanes tienen el control, hay que negociar con ellos. Lo importante es no tomar medidas que afecten al pueblo afgano. Se están discutiendo sanciones contra el Gobierno afgano, sobre las reservas internacionales del país, sobre el acceso al crédito internacional del nuevo Gobierno, y esas son todas cosas que afectan directamente al pueblo.
Los talibanes salieron a decir que respetarían los derechos de las mujeres, ¿lo ve como posible?
EH: Afganistán es un país muy variado, con zonas más tradicionales que otras, donde aún durante los 20 años de presencia internacional había una alta religiosidad y las mujeres llevaban velo o burka. Por otra parte, los talibanes dijeron que no descartan crear un consejo de líderes islámicos...y también habrá que hablar con estas personas. En algunos lugares que visité en Afganistán, la verdad es que en la mayoría de la población no se veía el occidentalismo en las calles, en las ropas y en los hábitos.
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