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01/12/2024

Cómo los cárteles mexicanos reclutan estudiantes de química para fabricar fentanilo

Fuente: telam

Los grupos delictivos convierten los campus universitarios mexicanos en centros de reclutamiento, atrayendo a jóvenes con grandes ganancias

>El reclutador del cártel se coló en el campus disfrazado de conserje y luego se centró en su objetivo: un estudiante de segundo año de química.

“‘Nos contaron que eres bueno en lo que haces’”, recordó el estudiante que le dijo el reclutador. “‘Tú dices si te interesa’”.

Quienes fabrican fentanilo en los laboratorios de los cárteles, conocidos como cocineros, dijeron al New York Times que necesitan trabajadores con conocimientos avanzados de química para ayudar a hacer la droga más fuerte y “para jalar más gente”, como dijo un cocinero.

Si lo consiguen, según las autoridades estadounidenses, esto marcaría el comienzo de una nueva y aterradora fase en la crisis del fentanilo, en la que los cárteles mexicanos tendrían más control que nunca sobre una de las drogas más mortíferas y lucrativas de la historia reciente.

“Así nosotros somos los reyes de México”, dijo un estudiante de química que lleva seis meses cocinando fentanilo.

Los afiliados al cártel se pusieron en peligro por el mero hecho de hablar con el Times, y hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias. Sus relatos coincidieron con los de los funcionarios de la embajada estadounidense que monitorean las actividades del cártel, incluido el papel de los estudiantes en las operaciones del cártel y cómo están produciendo el fentanilo. Los reporteros del Times hablaron con un profesor de química, quien dijo que el reclutamiento de sus estudiantes era habitual.

Los estudiantes dijeron que tenían distintos trabajos dentro del grupo criminal. En ocasiones, dijeron, dirigen experimentos para reforzar la droga o crear precursores. En otras, supervisan o simplemente trabajan junto a los cocineros y ayudantes que producen fentanilo a granel.

Una evaluación de inteligencia mexicana de 2020, filtrada por un grupo de hackers, reveló que el Cártel de Sinaloa parecía estar reclutando a profesores de química para desarrollar precursores químicos del fentanilo después de que la pandemia ralentizara las cadenas de suministro.

Funcionarios estadounidenses encargados de hacer cumplir la ley también dijeron que muchos jóvenes químicos habían sido detenidos en laboratorios mexicanos de fentanilo en los últimos años. Los químicos detenidos dijeron a las autoridades que habían estado trabajando en el desarrollo de precursores y en hacer la droga más fuerte, según los funcionarios.

“A veces en clase cuando les estoy enseñando síntesis de fármacos me preguntan: ‘Oiga, profe, pero ¿cuándo nos va a enseñar a hacer cocaína y otras cosas?’”, dijo.

Deseoso de preservar la cooperación en materia de migración, el gobierno de Biden evitó presionar públicamente a México a hacer más para desmantelar los cárteles. El presidente electo Donald Trump ha prometido un enfoque más agresivo, amenazando con desplegar el ejército estadounidense para combatir a los criminales y prometiendo este mes imponer un arancel del 25 por ciento a los productos mexicanos si el país no detiene el flujo de drogas y migrantes a través de la frontera.

Pero a medida que los cárteles adquieran un mayor control de la cadena de suministro de fentanilo, afirman las autoridades estadounidenses, será más difícil para las fuerzas del orden de ambos países detener la producción industrializada de opioides sintéticos en México.

Los cárteles “saben que ahora estamos centrados en el tráfico ilícito de estos precursores químicos en todo el mundo”, dijo Todd Robinson, secretario adjunto de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley del Departamento de Estado.

La producción masiva de fentanilo puede ser relativamente sencilla si los cárteles se limitan a mezclar precursores importados, dijeron los expertos, porque es fácil encontrar instrucciones para producir la droga utilizando esas sustancias químicas.

El proceso es además peligroso. Cocineros y estudiantes dijeron que, aunque llevaran máscaras antigás y trajes para materiales peligrosos, los riesgos a los que se enfrentan son muchos: exposición tóxica a la droga letal, explosiones accidentales, errores que enfurecen a sus jefes armados y extremadamente violentos.

El joven de 19 años, criado en una de las zonas más pobres de Sinaloa, había elegido estudiar química porque su padre tenía cáncer y él quería ayudar a encontrar una cura.

Le dijo al reclutador que estaba interesado, y cinco días después fue recogido por miembros del cártel, le vendaron los ojos y lo condujeron a un laboratorio clandestino oculto en las montañas.

Antes de acercarse a un recluta, el Cártel de Sinaloa explora a su prospecto.

En meses de búsqueda, dijo, ha encontrado a tres estudiantes que ahora trabajan para él desarrollando precursores. Muchos jóvenes simplemente no cumplen con sus requisitos.

Para identificar a los posibles candidatos, el cártel hace una ronda de contactos con amigos, conocidos y colegas, dijo el reclutador, y luego habla con las familias de los objetivos, con sus amigos, incluso con la gente con la que juegan al fútbol, todo ello para saber si estarían dispuestos a hacer este tipo de trabajo. Si el reclutador encuentra a alguien especialmente prometedor, puede ofrecerle cubrir el costo de la matrícula.

Cuando el cártel empezó a producir fentanilo en masa hace aproximadamente una década, dijo el reclutador, recurrió a cocineros sin formación del campo que podían hacerse con lo que la gente del negocio llama “recetas” para fabricar la droga.

“Son cuatro pasos”, dijo un cocinero veterano, explicando el proceso con la sencillez que se puede encontrar en la parte posterior de una caja de mezcla para pasteles. “Se agita. Se mezcla. Se pone a secar. Y ya después ya se lava con acetona”.

El reclutador y los tres estudiantes entrevistados dijeron que aún no habían conseguido producir precursores.

Pero el reclutador dijo que los estudiantes habían sido útiles en un aspecto clave: hacer que el fentanilo fuera aún más potente.

Hace aproximadamente un año, un familiar se acercó a una estudiante de primer año de química con una propuesta: ¿no le gustaría ganar dinero de verdad como cocinera de fentanilo?

El cártel ofreció a la estudiante 1000 dólares como bono, dijo la mujer. Estaba aterrorizada, pero dijo que sí. El laboratorio donde trabaja está a una hora de vuelo de la capital de Sinaloa, en el pequeño avión que el cártel utiliza para transportar a los cocineros al trabajo. Sus jefes le dijeron que su trabajo consistía en fabricar fentanilo más potente, dijo.

“Hubo una explosión de demanda, tan grande que al principio la gente quería ganar dinero, esos fabricantes producían lo que fuera sin importarles la calidad”, dijo el reclutador. Pero en un mercado competitivo, dijo, el cártel puede ganarse a más clientes con una droga más fuerte.

“Estás en blanco”, dijo. “¿Cómo creamos algo que nosotros no inventamos?”.

Cuando llegó por primera vez al trabajo, el estudiante de química de segundo año que había sido reclutado en el campus no tenía ni idea de lo que se suponía que iba a hacer. Contó que el laboratorio estaba en las montañas, en medio de árboles y cubierto por una lona que habían pintado para que pareciera follaje, de modo que no pudiera verse desde un helicóptero.

“Pues te dicen: ‘Mira estos son los productos. Lo vas a hacer con esto. Puede salir mal, pero para eso estás estudiando’”, dijo.

“Aquí también si no les gusta cómo lo haces, te pueden llegar hasta a desaparecer”, dijo.

El estudiante de segundo año les dijo que lo que más necesitaba era dinero para su padre. Le mantuvo su trabajo diurno en secreto a su padre.

© The New York Times 2024.

Fuente: telam

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