Lunes 25 de Noviembre de 2024

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MUSICA.

Retraso en la renovación de abonos del Teatro Colón

El artista uruguayo trans Mocchi se presentó en el espacio Quetren del Barrio Chino de Belgrano. Movilizante confluencia donde su inspirado y excesivo mundo estético propuso fascinantes dosis de dolor, pasiones y esperanza.

El artista uruguayo trans Mocchi construyó en la sofocante noche porteña del jueves, en el espacio Quetren del Barrio Chino de Belgrano, un lugar de movilizante confluencia donde su inspirado y excesivo mundo estético propuso fascinantes dosis de dolor, pasiones y esperanza.

Ante unas 300 personas reunidas en honda intimidad en torno al fuego de ese cancionero mágico y mientras los avatares políticos que se desarrollaban a unos 10 kilómetros de allí (entre el tratamiento de la denominada Ley Ómnibus, la movilización popular y la represión), Mocchi regaló insumos y antídotos.
 

En su singular fórmula creativa abrevan vigorosas herencias donde se reconocen trazos que van de Alfredo Zitarrosa a Fernando Cabrera

“Estos espacios ya eran muy importantes, pero ahora más. Usen estos espacios de encuentro porque no hay revolución si no nos encontramos”, sintetizó el compositor, guitarrista y cantante cerca del final de una velada musical que se extendió por cerca de 30 canciones en más de dos horas en el sobrecogedor ámbito de Quetren.

Bajo un tinglado, en el predio de césped sintético donde también funciona una canchita de fútbol y en donde Mocchi y su público se sienten locales, el juego planteado permitió viajar del lirismo de amores encontrados y perdidos a miradas que en su aguda desolación instauran preguntas y horizontes.

Es esa singular fórmula creativa que abreva en vigorosas herencias donde se reconocen trazos que van de Alfredo Zitarrosa a Fernando Cabrera (por citar apenas a dos próceres de la canción del Uruguay) y suma los propios desbordes de la singular existencia del anfitrión, se logra armar un mundo convocante que instaura un embriagador idioma común.

Mocchi toc ante unas 300 personas reunidas en honda intimidad en torno al fuego de su cancionero mgico Foto Eugenia Neme

 

Mocchi tocó ante unas 300 personas reunidas en honda intimidad en torno al fuego de su cancionero mágico / Foto: Eugenia Neme.

Vozarrón de lija para hondos abismos

De la mano de un sonido impecable y con el refinado entramado sonoro urdido entre el magnífico piano de Noelia Sinkunas y un solvente ensamble de cuerdas integrado por el cello de Marcela Vicente y los violines de Carolina Rodríguez y Christine Brebes, Mocchi sumó eventualmente los toques de sus guitarras y su vozarrón de lija al frente para proponer historias de hondos abismos.

Creador que con distintos formatos instrumentales, viene de actuar en los festejos por 300 años de Montevideo, el domingo último pasó por Mar del Plata, esta noche se presentará en Punta del Este y el 21 otra vez en la capital oriental, hizo un personal resumen por la obra registrada en sus cuatro álbumes: “La Velocidad del Paisaje” (2013), “Mañana será otro disco” (2015), “1990” (2022) y “La Certeza del Dolor” (2023).
 

“¿Les pasó de enamorarse de dos personas a la vez? A mí no, siempre de a tres o cuatro”Mocchi


Al filo de las 21, entre penumbras azuladas y cantando bajo del pequeño tablado, la velada comenzó con “Sabrás” (“Será la música la excusa/que a mí me lleve hasta tu casa/después recorreremos plazas, veredas y alguna autopista/hablando de cambiar el mundo/tan solo con una sonrisa”).

En torno a esos impulsos fue desandando un viaje que enseguida incluyó “Intro”, “Impás”, “No me preguntes” y la notable “Ahora” (“Ahora que sabes quién sos/vas a poder recibirlo/Aunque las cosas se van/descubriendo en los vidrios que rompe el camino”).

“¿Les pasó de enamorarse de dos personas a la vez? A mí no, siempre de a tres o cuatro”, comentó entre risas como prólogo a “Bicicletas” con un pulso tanguero que con toque maestro condujo Sinkunas en un color sonoro que volvió poco más tarde y con mayor acento trágico de la mano de la estupenda “Ejercicio”.

En ese tramo además se lucieron "Nadie me lo enseñó”, “Díaz sin vos”, “Mi grito”, “Carmen”, “J4AM”, “Mismo momento”, “1990” y alguna canción nueva que no presentó por su título pero que complementó ese rompecabezas sensible, desolador y atento.

Mocchi logra armar un mundo convocante que instaura un embriagador idioma comn Foto Eugenia Neme

 

Mocchi logra armar un mundo convocante que instaura un embriagador idioma común / Foto: Eugenia Neme.

Seré yo

Hacia el final y con una locuacidad hasta entonces menguada contó la historia en torno a “Vecina”, entonó “Mundo” y desató palmas con el explícito y combativo “Folclorito pa las trincheras” (“La música independiente también merece camino/Yo canto para la gente y el mensaje va llegando/No le hago el favor a nadie, no tengo deudas ni bonos/No ando jugando carreras, no me ando trepando a nadie/ La música no es un globo, aunque esté llena de aire”).

“Cómo les gusta sufrir. Descubrir a Mocchi en la pandemia les hizo creer que estaban bien”, ironizó acerca de la pátina trágica que prima en su cancionero.

Ya hacia el final del concierto hubo una extensa e intensa versión de “Seré yo” (“No todas las cosas del mundo se van/Algunas las come la muerte o las desaparece algún militar/Y mañana seré yo quien cante esta canción delante de la gente/No me importa si alguien ve/Que tengo el corazón más alto que la frente/Y que adentro hay un cajón que guarda una mitad de cosas que no quiere/ y que cuentan la verdad/que el cuerpo es el peón de lo que el alma siente”) que hizo en parte a capella y cantó caminando entre la audiencia como otra síntesis posible de su arte.

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