La muestra recorre sus entrañables personajes, como “Matilde” y su desopilante familia, “Soledad Dolores Solari”, “Noelia” y “Mecha”, a la vez que recupera momentos poco conocidos de un humorista que transitó por el off, el pop art y el Instituto Di Tella en la década de 1960.

A través de un variado repertorio de obras de artistas contemporáneos, como Flavia Da Rin, Zoe di Rienzo, Edgardo Giménez y Sofía Torres Kosiba, y con archivos de Eduardo Newark, se busca dar cuenta del legado que Antonio Gasalla dejó en las nuevas generaciones de artistas.

El desafío fue perderse en la parábola del artista de sótano que alcanzó el mayor éxito en el Teatro Maipo y luego en la televisión, recogiendo su lenguaje repleto de texturas, maquillaje y estereotipos propios y extravagantes de la cultura argentina. El resultado es una muestra nada lineal ni biográfica, pero con Gasalla como epicentro.

Alguna vez, el capocómico contó que al iniciar su programa en Argentina Televisora Color (ATC) redobló la apuesta y abrió la puerta a actores alejados del medio. En réplica a ese gran gesto, el CCK asumió el reto de poner en diálogo las artes visuales con su mundo y su palacio.

Artistas invitados

Flavia Da Rin / Zoe Di Rienzo / Edgardo Giménez / Sofía Torres Kosiba / Archivo Eduardo Newark

Colaboración institucional

Archivo General de la Nación / Archivo del Instituto Nacional de Estudios de Teatro, INET / Fundación Federico J. Klemm / Fundación IDA, Investigación en Diseño Argentino / Biblioteca Nacional Mariano Moreno / Museo de Arte Moderno de Buenos Aires / Museo del Cine “Pablo Ducrós Hicken” / Prisma, Archivo Histórico de la RTA / Televisión Pública

Agradecimientos

Federico Brizzio, Fernando Javier Davis, Charly Durigoni, Vera de la Fuente, Analía Garelli, Cintia Mezza, Gustavo Rios, Bárbara Suardiaz, MCMC Galería Arte Contemporáneo, Miguel Paiva, Cecilia Rodríguez, Paola Vega, Gustavo Verta

Antonio Gasalla nació en 1941 en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, lugar donde pasó su infancia jugando a los indios, al vigilante y ladrón, y a un montón de juegos que tenían personajes y narrativas como se acostumbraba en esa época. De chico frecuentaba todas las semanas los tres cines de Ramos para ver la cartelera, con una programación de aquellas comedias musicales de Hollywood de los años cincuenta. Los bailes de los carnavales en el cuartel de bomberos eran el otro gran atractivo, y al centro se acercaba para ir al teatro con entradas que conseguía una vecina o para dar un paseo al fantástico mundo del Parque Japonés.

De joven, dejó la carrera de Odontología e ingresó al Conservatorio Nacional de Arte Dramático. A mediados de los años sesenta formó parte del grupo precursor del estilo café-concert junto con Carlos Perciavalle y Edda Díaz. Inició su singular trayectoria inmerso en ese underground y en consonancia con el pop art y el Instituto Di Tella. Luego, en los años setenta, escribió los libretos con Enrique Pinti. En 1979 revolucionó la revista porteña y se instaló en el Teatro Maipo como director, productor y actor de sus propios espectáculos. En 1985, su rol de Mamá Cora en Esperando la carroza fue el puntapié a la fama televisiva.

En 1988 creó su primer ciclo de televisión, El mundo de Antonio Gasalla, emitido por Argentina Televisora Color (ATC). Le siguió, en 1992, El palacio de la risa, por el mismo canal. Pasó por varias antenas, llevando siempre su vestuario, escenografía y “todo el rollo”, como solía contar en las entrevistas. Durante décadas, Antonio Gasalla supo mantenerse entre la pantalla chica y las temporadas teatrales gracias a su genio y al público que lo acompañaba, dejando una huella imborrable en el humor argentino.

Una vez, ante la pregunta de un periodista “¿De qué te reís vos, fuera del escenario?”, Gasalla respondió: “A mí me hace reír la gente, su manera de ser, en el fondo me la paso averiguando cómo somos los argentinos”.