Sábado 12 de Abril de 2025

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El uso de drones para pulverización agrícola: los pros, los contras y “un gran pendiente”

Un documento de Aapresid analiza en detalle la situación de los drones en nuestro país: el gran obstáculo para que se expanda su uso, como en Brasil o Estados Unidos, es la falta de una regulación al respecto.

El uso de drones para realizar pulverizaciones agrícolas es una tecnología que se extiende a nivel mundial y el agro argentino lógicamente no es la excepción.

Estas unidades han experimentado un crecimiento notable en trabajos enfocados en el control de malezas, insectos y enfermedades, aunque la gran asignatura pendiente en Argentina es regular su uso

Así lo sostiene un documento elaborado por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), en el que la entidad subraya que esta tecnología ya se extiende sobre más de 500 millones de hectáreas a nivel mundial, con algo más de 300.000 pilotos habilitados.

“En países como China y Estados Unidos, la tercera parte del área agrícola se pulveriza con drones”, calcularon desde la entidad. 

En nuestra región, Brasil y Uruguay son los que más avanzaron en su desarrollo. En Argentina, en 2023 se  importaron cerca de 90 drones agrícolas, y para agosto de 2024, la cantidad llegaba a 600. 

Para 2025, las proyecciones van más allá y prevén operaciones por 2.000 unidades, con una fuerte participación de marcas de origen chino, como  DJI y XAG.

Su adopción en el campo presenta algunos contrastes. Mientras que su uso ha crecido en agricultura intensiva, en planteos extensivops aún enfrentan limitaciones para uso en grandes superficies.

De todos modos, son útiles para aplicaciones selectivas en manchones o refuerzos en zonas problemáticas, en barbecho o con el cultivo en pie. 

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LOS DRONES

Bajo este panorama, la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) analizó las potencialidades y los desafíos de esta tecnología, cuyos principios de funcionamiento y calibración son bastante similares a los de equipos terrestres y aviones.

En concreto, comparó las ventajas y desventajas en relación a una aplicación con pulverizadoras tradicionales.

Los pros

  • Versatilidad: capacidad de operar en zonas donde los equipos terrestres no pueden ingresar Por ejemplo, suelos anegados, cultivos altos y topografía difícil, entre otros
  • Precisión: permite tratamientos variables más localizados, sectorizando áreas problemáticas.
  • Posible menor impacto ambiental: el trabajo con volúmenes más precisos permitiría reducir el uso excesivo de productos. Además, operan sin la necesidad de combustible.
  • Ausencia de pisoteo del lote: esto evita pérdidas por tránsito excesivo (que pueden cobrarse entre el 1 al 5% del rinde), la compactación y el “marcado” del suelo. 
  • Seguridad del operador: gracias a la operación a distancia.
  • Amplio rango de velocidad y altura de trabajo.
  • Reducción de costos: la inversión inicial es más baja respecto de aviones y máquinas terrestres. Sin embargo, es importante considerar que la rápida evolución de esta tecnología implica un recambio más frecuente para mantenerse actualizado.

Los contras

  • Mayor riesgo de deriva y de “corte” de mezclas puras: para hacer uso eficiente del caldo durante el vuelo, se debe disminuir el tamaño de gota, lo que puede aumentar el riesgo de deriva. Esto obliga a prestar especial atención a las condiciones ambientales durante la aplicación. Además, las gotas tienen mayor concentración de activo, aumentando el riesgo de corte de mezclas más puras. 
  • Dificultad de aplicar de ciertas formulaciones: al no disponer de tanques con sistemas de “agitado”, dificulta el uso de formulaciones como suspensiones concentradas, polvos mojables, gránulos dispersables o mezclas de diversos activos, requiriendo tanques de apoyo donde se pueda formular y evaluar las mezclas.
  • Menor autonomía: su autonomía depende de la duración de las baterías, que permiten cubrir entre 3-4 hectáreas por vuelo. Esto implica tiempos adicionales de recarga y logística. Además la capacidad de carga del tanque no supera los 40 / 50 litros, y no suelen llenarse del todo ya que la carga del tanque limita la duración de la batería.
  • Sólo permite dosis bajas: los caudales y dosis en Lt/ Ha de activo se ven limitadas por la baja capacidad de carga. Esto no debería presentar inconvenientes para aplicaciones de insecticidas y fungicidas, pero en el caso de herbicidas el control efectivo depende en muchos casos del volumen de aplicación (L/ha) y los tipos específicos de herbicidas utilizados. 

REGULACIÓN, LA GRAN ASIGNATURA PENDIENTE

En julio de 2024, el Gobierno argentino, por medio del decreto 663/2024, actualizó la reglamentación para el uso de drones o vehículos aéreos no tripulados (VANT), adaptándola a las reformas del Código Aeronáutico y alineándose con estándares internacionales. 

También se facilitó la adaptación de este código a la realidad de los drones, se estandarizaron las regulaciones nacionales con las internacionales (Mercosur y OACI) y se facilitó la importación de equipos.

Para prestar servicios con VANT, las empresas deben estar registradas en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), y los pilotos debidamente matriculados y habilitados según la categoría de peso específico de los drones, que en el caso de drones aplicadores en general corresponden a la categoría de clase D.

Pero más allá de estas medidas, hoy en Argentina no están permitidas las aplicaciones de fitosanitarios con drones. Esto se debe a la falta de un marco regulatorio específico por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).

“El organismo está trabajando junto a las empresas de fitosanitarios, a las que por el momento solo expide permisos para ensayos con el objetivo de generar información para los marbetes, por lo que se espera que la regulación llegue pronto”, remarcaron desde Aapresid. 

De este modo, desde el sector destacan la necesidad de establecer un marco regulatorio específico para el uso de drones en la aplicación de fitosanitarios.

Entre otros puntos, debería considerar riesgos asociados como la derivala eficacia del tratamiento, la exposición de las personas y los residuos en los cultivos.

El tema de la deriva no es un punto menor. No se debe perder de vista que los drones generan gotas más finas, trabajan con volúmenes de agua menores que los aviones, utilizan mezclas más concentradas y tienen un patrón de aplicación menos predecible en comparación con los sistemas tradicionales.

Las recomendaciones actuales para la aplicación de fitosanitarios están diseñadas para sistemas que emplean volúmenes de 100 litros por hectárea o más, lo que plantea desafíos para integrar esta nueva tecnología de manera segura y eficiente.

Según la Red de Aapresid, los drones no se perfilan como un reemplazo de las tecnologías actuales, sino como una herramienta complementaria. “Como otras innovaciones en el sector, su implementación dependerá en gran medida de la responsabilidad de los usuarios”, concluyeron. 

Por Infocampo

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