INFORMACION GENERAL
Borges, la libertad de mirada

En un nuevo aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges, conviene detenerse no solo en el escritor universal, sino en el hombre que supo habitar la ironía y la libertad de pensamiento como pocos en nuestra historia cultural.
Borges solía decir que se enorgullecía más de los libros que había leído que de los que había escrito. Esa declaración, que parece humilde pero es profundamente provocadora, marca su lugar en la literatura: antes que escritor, se consideraba lector. Y acaso esa condición lo convirtió en el creador que fue, porque desde la lectura desplegó su imaginación sin fronteras.
La ironía fue otro de sus sellos. En 1978, mientras el país entero se paralizaba frente al debut de la selección argentina en el Mundial, Borges daba una conferencia titulada Sobre la inmortalidad. En la sala había un televisor encendido, sin sonido, transmitiendo el partido. El gesto fue leído como lo que era: una forma elegante de desmarcarse de la euforia, un recordatorio de que la cultura y el pensamiento podían ofrecer otra pasión distinta a la del fútbol.
Su ceguera, que lo alcanzó definitivamente a los 55 años, fue para Borges más que una adversidad: se transformó en metáfora. La describió como un “lento atardecer”, un crepúsculo que se extendió a lo largo de su vida. Y en su célebre Poema de los dones escribió la frase que condensa la ironía y la belleza de su destino: “Me dio a la vez los libros y la noche.”
La magnitud de Borges también se mide en la reacción de sus amigos. Cuando murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986, Adolfo Bioy Casares se encontraba dando una entrevista en esa misma ciudad. Al recibir la noticia, pidió interrumpir de inmediato la conversación. Conmovido, confesó sentir que había dos tiempos: antes y después de la muerte de Borges. Y años más tarde, recordando ese instante, relató que salió a la calle con una única necesidad: “Quería ver cómo estaba Buenos Aires, porque Buenos Aires sin Borges era distinta.”
Recordar a Borges es también recordar esa libertad de mirada: la de un hombre que supo no dejarse arrastrar por las modas ni por los dogmas, y que convirtió la pérdida de la vista en una forma de ver más allá. En tiempos de uniformidad y de voces repetidas, volver a Borges es volver a pensar, a leer, a imaginar.
Por Carlos Alberto Lucentti – Estación Urbana 97.5
COMPARTIR:
Notas Relacionadas
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!