INFORMACION GENERAL
El malambista santiagueño que bailó con los pies ensangrentados y terminó haciendo su show en cruceros de lujo
Sayago (1985) nació en un modesto rancho de barro, techo de paja y patio de tierra en una pequeña localidad de Santiago del Estero llamada Puestito de San Antonio.
En la academia de folclore que su tío había organizado en esa misma casa familiar, Sebastián aprendió los bailes nativos y entre ellos el malambo, al que terminó por dedicar su vida: tanto en su expresión tradicional y bien criolla como en aquellas formas consumidas por públicos extranjeros. Este último, el malambo de show que Sayago presenta en cruceros de lujo y en giras internacionales, es la otra mitad de su condición de bailarín y de ningún modo reniega de ella.
Desde 2006 y durante varios años dividió su tiempo entre Santiago del Estero y Tennessee; seis meses en un lugar, seis meses en el otro. Luego, por sus compromisos de trabajo en el exterior, redujo en gran medida sus estadías en la Argentina En 2013, Sebastián Sayago fue consagrado con toda justicia Campeón Nacional de Malambo en el Festival de Laborde, el encuentro no más difundido (excepto en Clarín, que lo cubre año tras año), pero seguramente el más prestigioso del universo del folclore y que ya tiene cinco décadas y media de historia.
Cada año se elige, después de una exigente competencia, un nuevo campeón; y si bien es un premio sin dinero, trae con él un honor y una fama imbatibles. Mil historias de vida se tejieron en el Festival de Laborde a lo largo del tiempo: de triunfos y de frustraciones, de anhelos y de amarguras. La historia de Sebastián Sayago es una de ellas y particularmente singular.
Sebastián Sayago nació en Santiago del Estero, pero pasa la mayor parte de su vida en los Estados Unidos..
Sebastián conoció desde la infancia las ásperas exigencias de la formación de un malambista; digámoslo: ásperas pero felices. Cuando tenía apenas seis años, Sebastián comenzó a recorrer con su tío las competencias santiagueñas y gracias a los Sabalza padre e hijo, coprovincianos y amigos de su tío, conoció el Festival de Laborde al que los Sabalza estaban muy vinculados: Don Piri Sabalza había sido una figura decisiva en la creación del festival y su hijo Pablo ganó sucesivamente todos los premios de Laborde, desde la categoría infantil hasta la de campeón nacional. Sebastián fue allí por primera vez cuando tenía once años y pudo ver a todos los ex campeones que por algún motivo se habían reunido para bailar de nuevo: “Yo estaba enloquecido, mirando todo. A partir de ahí, Laborde nació en mi alma”.
Entre 1988 y 2000 jugó profesionalmente al fútbol en Central Córdoba de Santiago del Estero, pero después volvió al malambo y a presentarse en Laborde. En 2006 ocurrió algo raro. Muchos ex campeones lo vieron zapatear en la primera ronda y se creó una gran expectativa. Al día siguiente lo felicitaron calurosamente y le dijeron que había hecho algo realmente distinto. Sin embargo, ni siquiera pasó a la instancia final. Fue un golpe duro; Pablo Sabalza, que lo había preparado, llevó la noticia llorando.
No se presentó en los años siguientes, pero ya trabajaba en los cruceros y aprovechaba los viajes para ensayar su malambo, él solo con su alma. Regresaba siempre a Laborde, sin embargo, para disfrutar del festival.
Sebastián Sayago baila en los espectáculos de Dolly Parton, la reina de la música country y también llevó su show a Las Vegas..
A partir de 2010 comenzó a presentarse nuevamente. Buenos comentarios, sí, pero quedaba a mitad de camino. Ni siquiera podía recuperar lo que había sido su malambo de 2006. Dicho con sus propias palabras: “Los cruceros me abrieron la cabeza en muchas cosas, pero también me confundieron, alejándome del Sebastián Sayago zapateador, de ese chango que había sido”.
Y luego se sucedieron los problemas físicos: en 2010 se desgarró un músculo mientras zapateaba. Otro año, ensayando el malambo sureño con las botas de potro (que dejan el pie semidescalzo), se lastimó tanto que al día siguiente bailó con los pies ensangrentados y manchó el escenario. No pensaba en lo que estaba haciendo; lo único que quería era terminar e irse. Pero tomó una decisión: recuperar aquél que había sido. Alguna gente le decía: “A lo mejor tenés que dejar el barco por un año, quedarte en Santiago del Estero y sólo dedicarte a preparar tu malambo. Volver al patio de tierra, hablar con tu abuelo, encontrarte con el changuito que fuiste”.
Durante dos meses trabajó en un crucero para reunir el dinero con el que viviría el resto del año. Luego pasó tres semanas con su abuelo y empezó a ensayar de a poco. Se preparaba primero en Santiago Capital con Pablo Sabalza y después corría 15 kilómetros hasta la casa de su abuelo que lo esperaba con el mate. Pasaba allí unas horas y volvía corriendo como parte de la preparación física.
La compañía de Sebastián Sayago, en un show en Qatar.
Su malambo en Laborde fue espectacular, pero tuvo un desgarro en la rodilla casi sobre el final y salió del escenario con un aullido de dolor: hospital, inyección. Menos de una hora después salió nuevamente a bailar, esta vez en el estilo sureño. Quedó en el segundo puesto, subcampeón.
Después de superar la amargura retomó la preparación. Ese año no salió con los cruceros y lo pasó rehabilitándose y ensayando. Con su preparador Daniel Paladea, ayudante de Pablo Sabalza, pensaron en volver a un malambo bien santiagueño con esas “mudanzas” (nota: cada parte de una coreografía de malambo) tan ricas de movimiento y sonido de los viejos campeones de Santiago, simples pero con sentimiento.
Antes del premio consagratorio de Laborde, Sebastián ya había comenzado a salir desde Santiago del Estero al mundo, primero con una compañía llamada Los Pampas Gauchos; pero en 2013 quiso iniciar algo propio y que pudiera incorporar a la que sería pronto su esposa, estadounidense y bailarina profesional; se conocieron mientras actuaban los dos en un crucero. Amberlyn (que tomó el apellido de su marido) aprendió mucho folclore argentino, armaron algo entre los dos y crearon Go Gaucho, que no tiene bailarines estables, sino que va constituyéndose de acuerdo a los contratos que surjan. Hicieron giras por Canadá, por los Estados Unidos y muchos cruceros.
En 2019 Sebastián llamó a malambistas argentinos para viajar a Doja, en Qatar, donde actuaron durante tres semanas. El año 2020 se le presentaba pleno de actividad: nuevamente cruceros, festivales en Estados Unidos y la perspectiva de trabajar con el Cirque de Soleil. No hace falta decir lo que ocurrió ese año pandémico.
Sebastián Sayago consiguó ser profeta en su tierra, cuando ganó en el Festival de Laborde. Pero también se abrió al mundo.
Sebastián y su esposan viven en Pigeon Forge, estado de Tennessee. Trabajan, haciendo sus propios números y en los espectáculos de Dolly Parton, la reina absoluta de la música country. Pigeon Forge es un lugar montañoso y muy turístico donde Dolly Parton tiene un gigantesco parque de atracciones llamado Dollywood. Sebastián comenzó también a trabajar en Las Vegas, un largo anhelo finalmente cumplido: actuar en una ciudad donde desde hace más de sesenta años se presentan malambistas argentinos.
Dos preguntas insoslayables: la primera es qué habilidades necesita el bailarín de malambo que trabaja en cruceros de lujo, o en Las Vegas, o en Qatar o en otros destinos tan lejos de la Argentina. La segunda, si el malambo de show traiciona de algún modo al malambo tradicional. En 2013 Sebastián había dicho: “No es fácil pasar desde esos shows, donde la gente a lo mejor aplaude de pie, a ese gaucho rústico de Laborde en el que pesa el silencio y la mirada. Pero creo que pude dominarlo”.
Ahora, más maduro, lo dice de otro modo: “En la competencia plena hay que pensar qué pide el malambo, qué pide Laborde. El malambista tiene que provocar una tensión en el público y en el jurado: con la mirada, con sus sentimientos y sus pasiones. En el malambo de show todo eso está, pero también es necesario abrirse a un ambiente que no habla tu idioma, que no conoce tu música y no sabe qué es un gaucho. Por eso para mí es necesario agregar otras cosas al show; personalmente, hago una introducción para presentar el bombo y las boleadoras, uso mucho el humor y aunque el show está muy preparado, me encuentro abierto a las cosas imprevistas que puedan ocurrir con el público. Hay bailarines de malambo que salen al exterior y se olvidan de dónde vienen. No es así para mí. Me gusta tener esos dos mundos”.
Fuente: Clarín
COMPARTIR:
Notas Relacionadas
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!