Jueves 28 de Marzo de 2024

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MUSICA

Hilda Herrera Dicen que no soy clásica ni popular no lucho contra eso

Referente de la música de raíz folklórica, lleva doce años alentando el proyecto Cimap, que en abril comenzará una nueva temporada de conciertos

Hilda Herrera no quería perder detalle del ensayo del Ensamble del Cimap, porque es una de sus últimas creaciones. No era el primer concierto en el Auditorio de Radio Nacional, pero ella lo vivía como si lo fuera. Quizá sea por eso que sigue haciendo tan buenos aportes a la música de raíz folklórica esta docente, pianista y compositora, que ostenta una jovialidad inusual para sus años.

Ese día, Hilda no debía sentarse al piano, pero quería hacer los comentarios de las obras que tocaría el Ensamble y que se escucharían a través de Radio Nacional. Quería estar presente, como una madre en los primeros pasos que dan sus hijos, o como una maestra en los actos de fin de año de sus alumnos. Aunque, hay que decirlo, el Cimap tiene 12 años y camina solo. La sigla Cimap significa Compositores e Intérpretes de Música Argentina en Piano. Es un colectivo de pianistas, creado por Hilda en la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación (hoy Ministerio), que tiene un par de discos publicados y, desde hace un tiempo, un segundo proyecto, el Ensamble, integrado por un conjunto de cámara en el que también participa el piano, pero no como protagonista. Los conciertos de piano se hacen todos los primeros viernes de cada mes, a las 20.30, en el Centro Nacional de la Música, México 564 (excepto en abril que por las Pascuas se pasó para el 17). Y el Ensamble tiene cinco conciertos previstos en el Auditorio de Radio Nacional, el primero será el 16.

Hilda comenzó con la formación de pianistas en el terreno de la música folklórica argentina. Y ahora son sus alumnos los que pueden recorrer el país para dar conciertos de música nativa. "Enseñé en todos los niveles: desde jardín hasta terciario. Siempre vi que los chicos son bastante reacios a escuchar música clásica. Pero si alguien le muestra en vivo la diferencia entre una sonata de Beethoven y una de Mozart, les encanta. Nunca les pedí libros ni la fecha de nacimiento de un compositor. Trabajé por períodos y por escuelas. También decidí meter la música nuestra. Les enseñé Yupanqui. Les enseñé a bailar tango y folklore", dice esta maestra, nacida en los años treinta.

En paralelo a esta actividad docente y a la creación de temas del repertorio folklórico y tanguero -"Zamba del Chaguanco", "Zamba del fiero", "La Huesuda", "La diablera" y "Señales luminosas" fundó el Centro de Información y Recopilación de Música Argentina (Cirma) en el Centro Cultural San Martín, el ciclo Maestros del Alma, junto con Juan Falú y, luego, el Cimap, en la Dirección Nacional de Artes. "En ese momento, también me pidieron que diera piano de folklore en el Conservatorio Manuel de Falla. Y me encantó. Porque a los que vienen de la música académica, en los conservatorios no se les enseña. Cuando vine a trabajar en el área de Cultura de la Nación dije que me quería dedicar al trabajo con pianistas ya formados o en los últimos años de conservatorio. Comencé a visitar las provincias, a hacer una especie de asistencia técnica. También me encontré con una gran ignorancia. Con gente que no tenía idea de lo que es una vidala."

-¿A qué se lo atribuye? Porque se trata de gente muy bien formada dentro de la música académica.

-Exactamente. Y confunden la cueca con la zamba. Viajé diez veces a dar clases a Europa. En el conservatorio de música de Basilea, encontré mucho interés, como si estuvieran descubriendo el mundo. Por suerte, las cosas acá fueron cambiando. Pero fue duro. A mí siempre me dijeron que no estaba en la música clásica ni en la popular. No lucho más contra eso. Ahora tengo la suerte de que han entrado nuevos alumnos al Ensamble y todos se dan cuenta del valor de la música popular. Me sorprende todo lo que surge en el proyecto de piano solo. Hay muchas ideas.

-¿Qué cosas?

-La necesidad de melodías, por ejemplo. Existe una miseria melódica y hay una necesidad en el público.

-¿En qué lugar pone a la docente, a la compositora y a la intérprete?

-Es difícil separar cada cosa. Soy docente de alma. Me considero pianista porque amo el piano. Y desde muy chica supe que quería ser compositora. A los 12 o 13 años hacía boleros en el colegio. Estaba en mí el trabajo sobre la palabra, que es lo que me apasiona.

-¿La docente no le quitó tiempo a la intérprete?

-Bueno, pero tenía que mantenerme. Crié a mis hijos sola. Los dos tienen sus carreras y son fantásticos. Además, intenté grabar varias veces, pero muchas me dijeron que no era clásica ni popular.

-El estudio de grabación lo encontró en Francia.

-De casualidad. Fui a dar una serie de recitales. Y ahí dos personas me preguntaron si quería grabar. Así fue como después, acá, pude grabar otros cuatro discos. Es decir, uno cada cinco años.

-¿Habrá pronto un próximo disco?

-Sí. Tengo una obra mía que no se conoce. Por otro lado, tengo una deuda con Salgán. Me ha dado toda su obra. Acabo de tocar el "Aire de vidalita", un capolavoro dedicado a Barenboim. Siempre los pianistas argentinos, que son tan bárbaros, cuando van afuera tocan Piazzolla o Ginastera. Y si tenés suerte, Guastavino. Pensaba grabar ahora, pero tengo una invitación a Francia y Suiza para dar clases y tocar que postergué por problemas de salud. La tengo que reprogramar y ver si hago la grabación después. Hace cuatro años, me quebré la mano derecha. Fue terrible. No sabía si me iba a recuperar. Pero ahora me siento segura. Tranquila. Uno de los muchachos, de mis pianistas, me incentivó a grabar y va a producir el disco.

-Está muy orgullosa de sus pianistas del Cimap.

-Los adoro. No tenés idea de cuánto insistí como docente en que cada uno busque su personalidad. Les prohíbo tocar mis cosas, excepto el Ensamble, que, bueno, hay temas míos, pero no son mis arreglos. Siempre quise hacer música de cámara folklórica y por eso creamos el Ensamble. Primero pedí una orquesta. Me dijeron que estaba loca. Armamos un quinteto, con arreglos de Sebastián Gangi, Lisandro Baum y Nicolás Müller. Y seguimos. Con más alumnos, con becas en todo el país. A mí me interesa formar músicos que luego formen gente en sus lugares. Es apasionante ver intérpretes tan jóvenes que vienen a conocer la música que existe en su país.

Fuente La Nacion

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