A partir del viaje por el cancionero folklórico que propone en su último disco, “Mi Libertad”, Julia Zenko presenta su propia retrospectiva de la vida en democracia. Clásicos como Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Ramón Ayala y su gran referente, Mercedes Sosa, empezaron a revolotear en su cabeza hasta que tomaron formato físico, en un material que presenta este viernes en el Teatro de la Media Legua. “El tango y el folklore me marcaron mucho en mi formación musical”, cuenta la cantante reconocida a nivel mundial.

-Aparte de los sonidos, ¿qué imágenes aparecieron en “Mi libertad”?

-Empecé a pensarlo cuando se cumplían treinta años de la salida de mi primer disco, “Vital”, y me puse a pensar qué me pasaba en aquel momento. Aparte del disco, 1983 fue un año muy importante, porque volvíamos a vivir en democracia. También fui madre por primera vez, lo que me dio una fortaleza interna que no desconocía. Y surgió el recuerdo de mi cuñado desaparecido, y las asignaturas pendientes conmigo misma, porque tenía poca experiencia vivida, era una joven muy cuidada, temerosa e insegura.

-¿Cuál es el principal cambio en estos años de democracia?

-Siento una tranquilidad de parte de los gobernantes de saldar asignaturas pendientes, de resguardar la memoria y recordar a aquellos que dieron su vida por tantos. Y me encuentro en ese grupo de gente que está muy agradecida a todos aquellos que ayudaron a que perdamos el miedo de decir lo que pensamos y a vestirnos como queremos. Hace un tiempo que vivimos una libertad en todos los aspectos y hay que celebrarlo, aunque muchos no se dan cuenta, o se olvidaron, o no quieren recordar. Hay avances a nivel mundial, como la Ley de Matrimonio Igualitario, que no se ve en muchos países. Yo soy una de las que estuvo ahí cuando se sancionó la ley, cantando y apoyando a esa gente que pudo gritar su amor decir “loco, yo me enamoro de quien se me canta”.

-¿Qué significa que en muchos lugares de Europa y Japón te reconozcan como la voz de “María de Buenos Aires”, la ópera de Piazzolla-Ferrer?

-Tuve un poco de presión los primeros años, pero ahora siento orgullo y honor de viajar por el mundo con esa obra que gusta mucho, sobre todo cuando la canta una argentina. La grabación con Jairo y el violinista Gidon Kremer marcó un punto fuerte en mi relación con el tango y siempre voy a estar agradecida a Ferrer, que me convocó especialmente y me protegió siempre.

-Tu carrera se caracteriza por viajar hacia diferentes rumbos. ¿Sabés para dónde vas a ir en tu próximo trabajo?

-Está en mi cabeza hacer un disco de boleros. No sé más qué hacer para marear a la gente, pero por suerte me aceptan como soy. Al principio de mi carrera me conflictuó bastante esto de no encajar en ningún rubro, hasta que me asumí como una cantante ecléctica, con cabeza abierta y aceptando la diversidad.

-¿En ese camino sigue habiendo lugar para la actriz?

-Sí, tengo una propuesta, pero recién para el año que viene. Antes de dedicarme a la música, estudiaba teatro con Agustín Alezzo y tuve que dejar cuando me surgió la posibilidad de convertirme en cantante profesional. Son dos actividades que demandan mucho tiempo y es difícil combinarlas, pero el teatro fue muy grosso para mí y me ayudó mucho a la hora de la interpretación.

Fuente:Infonews

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