Entre la música y la palabra Saluzzi inauguró un nuevo ciclo musical
Con la lengua filosa pero el temperamento dominado para alumbrar un acto musical despojado de ornamentos, el bandoneonista salteño Dino Saluzzi inauguró anoche un ciclo de conciertos en el Café Vinilo del barrio de Palermo con la excusa de la presentación de su álbum “El valle de la infancia”.
No deja de ser curioso -aun para las singularidades de un artista como Saluzzi, de 79 años y ajeno a las avenidas de la industria musical-, que el salteño presente como fundamento de su ciclo un disco que en la Argentina no se comercializa.
Sin inocencia, Saluzzi atizó las aguas previas con una reflexión sobre el hecho artístico que, aun proverbial en su círculo, expresó sin disimulos y que desembocó en un anuncio de desairar al Teatro Colón -que lo había programado para octubre- por diferencias de criterios estéticos y también de orden administrativo.
“Es una casa linda pero lo que hay dentro, por ahora, no sirve (…) Para mí tocar ahí no significa nada. Lo que vale para mí es la música, no el edificio”, provocó desde las páginas de Clarín.
Otra historia se cocinó en el escenario de Vinilo, un reducto de otra naturaleza pero reconocido por su trato delicado con los músicos.
“El valle de la infancia”, con composiciones propias y algunas citas al repertorio clásico de la música popular argentina, constituye, a su modo, un retorno de Saluzzi a cierta sonoridad folclórica propia de sus inicios, antes de su travesía europea hacia otros lenguajes, pero con la perspectiva de ese intercambio.
Dos o tres joyas ya constituyen una persistencia en este tiempo de Saluzzi. A ese club pertenecen “La arribeña”, de Atahualpa Yupanqui; o “Loca bohemia”, de Francisco De Caro.
También “La Tristecita”, de Ariel Ramírez, que esta vez introdujo con un prólogo improvisado. Y con la enorme belleza de trabajar con el ensamble tímbrico sobre una estructura tradicional de las primeras zambas con una pregunta y dos respuestas musicales; esa misma que luego, con maestría, varió Gustavo “Cuchi” Leguizamón en casi todas sus composiciones.
Saluzzi jugó en el escenario con un equipo probado: su hermano Félix “Cuchara” Saluzzi en el saxo; el bajo de su sobrino Matías Saluzzi; y la percusión Quintino Cinalli.
El ciclo continuará hoy, sábado y domingo desde las 21 en Gorriti 3780 con promesa de evitar la repetición. “Si un músico me hace escuchar 'La Cumparsita' cada una de las 400 veces que lo voy a ver, lo demando por estafa”, afirmó
COMPARTIR:
Notas Relacionadas
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!