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30/12/2024

El día en que reabrieron los prostíbulos, nacieron las “zonas rojas” y estalló el enfrentamiento entre Perón y la iglesia

Fuente: telam

Cuando el 30 de diciembre de 1954 el gobierno peronista autorizó la instalación de prostíbulos y se creó el sindicato de meretrices, la pelea con la iglesia había llegado a uno de sus límites. La chispa encendida por un pastor evangélico disparó un increíble tira y afloje que tuvo de todo, marchas multitudinarias, quema de banderas, deportaciones y hasta la excomunión al presidente

>No resulta demasiado descabellado aventurar que el conflicto de Juan Perón con la iglesia comenzó con una visión y 47 dólares, cuando Dios se le presentó al pastor evangélico Tommy Hicks, en la que le mostraba vastísimos trigales amarillos que se convertían en hombres y mujeres que clamaban ser visitados en la lejana y desconocida América del Sur. Hicks, un texano que a los 10 años había quedado huérfano de padre y madre de religión bautistas, se había convertido pastor en 1935.

Mientras predicaba en Chile, Dios le pidió que buscase a alguien con el nombre de Perón. Cuando le dijeron que era el presidente de Argentina, pidió viajar a conocerlo, a pesar de las prevenciones en contra de que no lo recibiría y que hasta podría terminar arrestado. En Estados Unidos al mandatario argentino lo tenían catalogado como un fascista que había dado refugio a los nazis y que manejaba el país con mano de hierro.

Siempre según el relato evangélico oficial, terminó en el despacho del ministro de Relaciones Exteriores y luego de curarle a pura palabra y oración la rodilla a uno de los secretarios, se consiguió lo impensado. El 17 de marzo de 1954 Perón lo recibió con cordialidad y al final del encuentro dispuso que se le facilitase al “hermano Tommy” lo que precisase. Hicks, quien definió a Perón como un caballero, un hombre cristiano y un amigo, pidió un estadio y la difusión de los medios oficiales.

El fin de la historia es que Hicks predicó en nuestro país durante 52 días en ceremonias públicas a las que en total asistieron unas dos millones de personas, primero en el estadio de Atlanta y luego en el de Huracán. De a miles iban enfermos por sus propios medios, en silla de ruedas o en ambulancias y los que pudieron viajaron desde el exterior. Los funcionarios de gobierno, pudorosos, se hacían atender en forma reservada en el hotel donde el pastor se alojaba. Según la propaganda evangelista, en el término de los dos meses que estuvo en el país, se curaron unas cincuenta mil personas. Hubo multitudinarias adhesiones a su iglesia y las existencias de Biblias en el país se agotaron.

Y para Perón significó mucho más.

Hasta 1954 las relaciones entre el gobierno peronista y la jerarquía de la Iglesia Católica transitaban por carriles normales, hasta que Hicks comenzó con sus espectáculos de fe y curación. El mundo católico se preparaba para la canonización de Pío X y se planeaba una multitudinaria concentración en la procesión de Corpus Christi que se haría el 17 de junio, que no fue lo planeado por el terrible aguacero que se desató sobre Buenos Aires.

La jerarquía católica se indignó, y habló de “competencia desleal con la religión del Estado”. En una pastoral, el obispo de San Luis destacó que el artículo 77 de la Constitución Nacional disponía que para ser presidente había que pertenecer a la religión católica, apostólica y romana, y además recordó el sostenimiento de esa religión por parte del Estado. Sin decirlo, llamaba al gobierno a defender a la iglesia.

Desde la Rosada no hubo respuesta, pero recogieron el guante: se desencadenaría un violento proceso que terminaría con la aprobación de un voluminoso paquete de medidas, que era un verdadero desafío a la iglesia.

A mediados de enero de 1935 un decreto municipal había dispuesto la clausura y desocupación de casas que funcionasen como prostíbulos, aplicando una ordenanza votada en junio de 1919. Si bien los prostíbulos comenzaron a desaparecer en la ciudad de Buenos Aires, funcionaban en la provincia de Buenos Aires para atraer a esa clientela que había quedado huérfana. Muchos de ellos eran regenteados por punteros políticos. Algunos las mencionaban como “casas de tolerancia y tabernas innobles”.

El 17 de diciembre de 1936 se sancionó la ley 12.331 de profilaxis de enfermedades venéreas. Prohibía las casas y locales para el ejercicio de la prostitución y disponía el análisis prenupcial.

Carretero señala que había muchos establecimientos en la ciudad donde “distraerse”, como los cabarets Chantecler, Marabú, Tibidabo, Casanova, Maipú Pigall, Tabarís y Ocean, además de muchos otros lugares como confiterías bailables, y que había algunos lugares claves de conquista ocasional, como Palermo, Parque Japonés, el Palacio de las Flores, Monumental, Salón Lavalle y la Enramada, sobre la avenida Santa Fe, pegado a la Sociedad Rural.

En un discurso pronunciado el 10 de noviembre de 1954, Perón acusó a algunos sacerdotes y laicos católicos de participar en actividades antiperonistas. En el acto del 17 de octubre había denunciado la existencia de “emboscados” y de “disfrazados de peronistas”, hacía referencia a los católicos que militaban en sindicatos y a los afiliados del Partido Demócrata Cristiano, fundado en junio de ese año.

Perón -que denunciaba la existencia de “malos sacerdotes”- fue pidiendo muestras de fidelidad y compromiso al gobierno que no eran correspondidos por las autoridades eclesiásticas.

El duro embate oficial incluyó un paro general de tres horas, sumado al ataque de la prensa oficialista. Para el 25 de noviembre armaron un acto en el Luna Park para denunciar infiltrados clericales en los sindicatos. Hubo propaganda callejera, donde grupos de militantes vociferaban “Haga patria, mate a un cura”; “Perón sí, curas no”.

El 30 de septiembre, los legisladores oficialistas propusieron equiparar los derechos de los hijos legítimos y los ilegítimos. Los diputados opositores no entendían nada: ellos habían sido los abanderados de reformas laicas que habían sido resistidas por sus colegas peronistas. El oficialismo argumentó que la iglesia se había aprovechado de las ventajas obtenidas del gobierno para hacer antiperonismo.

El gobierno derogó la ley 12.978 de enseñanza religiosa, se cerraron establecimientos y muchos docentes se quedaron en la calle. Además, el 14 de diciembre de 1954 el Congreso votó la ley de divorcio.

En la noche del 30 de diciembre de 1954 se dispuso la apertura de prostíbulos a través del decreto 22.532. Dicha norma, que contenía tres artículos, se basaba en el decreto ley de 1944 que reglamentaba las casas de tolerancia, bajo supervisión del Estado. Esta norma había sido refrendada por Perón en 1946.

El Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública daría a conocer las normas sanitarias de carácter federal, que tendrían carácter de obligatorio. Por su parte, el Estado se reservaba el derecho de clausura “si el interés público así lo requiere”. En el mismo sentido, junto a la sanción de esa ley, se creó el Sindicato de Meretrices.

La medida fue publicada en el Boletín Oficial en enero de 1955. “Aludiendo a una imperiosa necesidad pública”, se sostenía. Hubo una campaña oficial para justificar su sanción.

El gobierno deportó al vicario general Manuel Tato y al diácono Ramón Novoa, apenas bajaron del avión en Roma pusieron al tanto al Sumo Pontífice y dos días después el Vaticano anunció la excomunión de Perón.

Desde su exilio madrileño, Perón le escribió al Papa Juan XXIII “temiendo haber incurrido en la excomunión, speciali modi, reservada conforme a la declaración de la Santa Congregación Consistorial del 16 de junio de 1955, sinceramente arrepentido, pide, por lo menos ad cuatelam, la absolución”.

Fuentes: Andrés Carretero – Prostitución en Buenos Aires; Lila Caimari – Perón y la Iglesia Católica; Hugo Gambini – El peronismo y la Iglesia; Diario La Opinión del 13 de agosto de 1971; https://www.oramos.com.ar/blog/biografias/tommy-hicks-en-argentina.

Fuente: telam

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