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09/05/2025

“Monte Silicia”: nuevas formas para crear un código colectivo

Fuente: telam

En esta nota, el autor habla de esta obra que explora el tiempo y la tecnología, entrelazando elementos de aventuras clásicas, tecno-horror y fenómenos extraños del presente

>1.

Once años después, en el CBC para entrar a Comunicación, supe más: la obra había sido compuesta en 1952 por un teórico musical, artista y filósofo estadounidense llamado John Cage, cuyo material sonoro eran los ruidos que el espectador podía escuchar durante ese tiempo. Un silencio capaz de abrir nuevas experiencias sensoriales.

Y todo fue cobrando sentido, en mágica sincronía.

Monte Silicia y el sonido del misterio se trata del tiempo. Detenerlo para empezar a contar de nuevo. Pero también, del pasado, del pasado del pasado, y del presente, en tiempo real... tan real que vos, lectora furtiva o cazador oculto, también podés ser protagonista: avatar de videojuego, integrante de fanfic colectivo, combustible de aventura transmedia.

2.

La novela nació en los pasillos de la Feria Internacional del Libro Buenos Aires, el año pasado. María Laura Caruso, editora de Hola Chicos, me propuso escribir una historia de tecno-horror para jóvenes. Tremendo desafío, porque si bien coordinaba talleres de creatividad e imaginación freestyle hace muchos años, nunca había orientado un libro a ese público.

Entonces, chispazo epifánico, y apareció la clave: articular el cruce de códigos.

Monte Silicia y el sonido del misterio es una historia que contiene muchas otras historias zipeadas. Con cameos a la literatura clásica de aventuras y a relatos que transpiran los miedos contemporáneos en clave Stephen King, con cierto perfume de cine independiente, con ecos de rock experimental. Pistas cifradas que muchos lectores adultos reconocerán desde la primera página.

También hay secuencias de suspenso y acción, donde la inteligencia artificial, el fanfic, los videojuegos, la cultura hip hop y aquel túnel oscuro llamado deep web son capas de un ambiente digital que los lectores jóvenes reconocerán como escenario cotidiano.

El libro busca estimular una conversación entre lo nuevo y lo clásico, entre las experiencias que los jóvenes pueden transmitir a los adultos y la sensibilidad de los adultos para entenderlas. Y viceversa.

Las unidades mínimas de la novela son el silicio, materia prima que integra las entrañas de todo dispositivo tecnológico, y el tiempo.

Primer momento, 25 años atrás: corporación de capitales extranjeros arrasa la calma de un paraíso rural para construir una fábrica de microchips y el asentamiento urbano donde albergar a los trabajadores y a sus parejas. Período de auge económico, ejecutivos cazatalentos, inmigración masiva y estética neoliberal.

Tercer momento, hoy: los jóvenes de la denominada “generación chip” ya son adolescentes y diseñan un plan para investigar el origen de varias situaciones raras, inexplicables, que siguen ocurriendo día tras día desde la era del colapso: cada tarde, a las 4:33 p.m., el tiempo se detiene, mientras un barullo noise amplificado por mil suena en todos los rincones, y la realidad se congela. Dura algunos minutos. Cuando el tiempo vuelve a transcurrir, los habitantes de Monte Silicia recuperan la conciencia, pero nadie recuerda lo qué sucedió.

En un bucle enredado de caos y control, se forman conexiones aleatorias: Kafka, The Backrooms, combate de Gauchos Punk versus la Yakuza japonesa en clave anime, espionaje post Guerra Fría, canciones de rap, un programa de podcast en vivo, visitas a la fábrica abandonada, fricciones del mundo adulto, una historia de amor, mitología creepypasta, paseos por sueños en pantallas de cine, la búsqueda de un padre ausente, la amistad, el trabajo en equipo, el descubrimiento de la justicia social, una antigua grabadora de cinta magnética y una peligrosa mascota híbrida multiespecie agazapada tras un halo de ternura glitch.

Las referencias a El Gaucho Martín Fierro también tienen su peso.

Por otro, si el poema fundacional de José Hernández inaugura la “voz del otro” en la literatura argentina, en Monte Silicia y el sonido del misterio es el cuerpo lector quien debe tomar la posta para amplificar las posibilidades del relato.

¿Acaso existe algo más estimulante para facilitar la comprensión lectora y la escritura creativa que el ejercicio de compartir textos, tan propio del formato fanfic?

Fotos: Gentileza Esteban Castromán.

Fuente: telam

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