Sábado 27 de Diciembre de 2025

Hoy es Sábado 27 de Diciembre de 2025 y son las 10:47 - Estas escuchando LA FOLK ARGENTINA la radio del folklore desde Tigre Bs As Argentina / mail:[email protected] / twitter:@lafolkargentina / fan page:radio la folk

27/12/2025

Mario Massaccesi:“La queja es necesaria, pero no puede ser un modo de vida”

Fuente: telam

En su nuevo libro, que escribe con la psicóloga Patricia Daleiro, el periodista reflexiona sobre cómo los vínculos sociales se ven atravesados por la insatisfacción. ¿Hay algo que podamos hacer?

>“Tenemos suficientes razones para quejarnos, sobre todo desde el lugar donde estás parado realmente. Ahora, también me parece que como propuesta es: ¿puedo pararme desde otro lugar?”, lanza Mario Massaccesi sin rodeos, apenas iniciada la charla. El reconocido conductor, coach y autor argentino no titubea al diagnosticar el estado de ánimo social: “Parece que la queja es un ritual. Casi con cualquiera que uno habla, lo primero que pasa es que tenemos nuestro ritual de queja y después iniciamos una conversación. ¿Cómo estás? Estoy muy cansado, no puedo más, no me alcanza la plata, bla, bla, bla”.

En un país donde “el que no llora no mama”, Massaccesi desafía la lógica instalada: “La queja también es necesaria. No podemos vivir sin quejarnos. Pero, ¿qué pasa si nos paramos desde otro lugar? Si cambio de lugar, inicio una conversación y ya no voy a necesitar de tantas quejas”.

Estas ideas no son sólo intuiciones: forman parte del libro ¿Qué hacemos con las quejas?, escrito junto a la psicóloga Patricia Daleiro y publicado por Planeta. “La queja debe ser un recurso, que es muy distinto a convertirlo en un hábito. Cuando la convertís en un hábito, se termina convirtiendo en tu ADN”, advierte el periodista, ganador de dos premios Martín Fierro y figura central de la radio y la televisión argentina.

“Hasta los que aparentemente tienen todo, tienen razones para quejarse. El tema es en qué medida uso la queja… La queja debe ser un recurso, no un modo de vida”, resume Massaccesi, quien invita, con calidez y autocrítica, a revisar la función y el sentido de quejarse.

En la Argentina de hoy -¿y en todas partes?- la queja parece ser el punto de partida de casi todas las conversaciones. Para Mario Massaccesi, esta costumbre no es casualidad: tiene raíces profundas en la cultura y en la manera en que nos relacionamos. En este fragmento, el conductor y autor reflexiona sobre cómo la queja se cuela en la vida diaria y en el diálogo social, y qué consecuencias trae.

— En estos días, casi con cualquiera que uno habla, lo primero que pasa es que tenemos nuestro ritual de queja y después iniciamos una conversación, ¿no? ¿Cómo estás? Estoy muy cansado, no puedo más, no me alcanza la plata, bla, bla, bla.

— Yo creo que sí, que tiene conexión con la realidad. Tenemos suficientes razones para quejarnos, sobre todo desde el lugar donde estás parado realmente. Ahora, también me parece que como propuesta es: ¿puedo pararme desde otro lugar? Porque si me quedo parado en el mismo lugar, voy a ver siempre lo mismo, con lo cual mi realidad va a estar condenada a un rosario de quejas antes de empezar una conversación.

¿Qué pasa si decidimos cambiar de perspectiva?

— Si cambio de lugar, inicio una conversación y al iniciar la conversación ya no voy a necesitar de tantas quejas. Esto de cambiar de posición no significa dejar de pensar lo mismo, dejar de sentir lo mismo, tener la misma opinión sobre el gobierno, sobre la tele, sobre algún personaje o sobre mi suegra. Pero probablemente que si hago algo distinto, el resultado de eso no sea exactamente el mismo.

— La queja también es necesaria. No podemos vivir sin quejarnos. Pero creo que la diferencia está en ser efectivo con la queja. Si me quejo para desahogarme, ok, está bárbaro. Ahora, ¿cuál es el efecto que genero en los demás? Porque a la larga voy a generar un alejamiento del resto, porque nadie quiere tener todo el tiempo, salvo los mártires, a alguien que se esté quejando todo el tiempo. Y, además: ¿tengo derecho a que el otro sea el tacho de basura de mis quejas?

— Andá a un supermercado y preguntales a los cajeros cuál es la vida que tienen. Son el reservorio de las quejas de las señoras y los señores que no resuelven sus temas en sus casas, en el psicólogo, con sus parejas, con su trabajo, con sus amantes. Van allí y parece que fuera el lugar común de la queja, como si tuvieran derecho a dejar lo que les pasa en la vida en una compra de supermercado.

— Tengo una frase que a mí me encanta: “¿Cuánta gente de mierda te maltrató hoy?’“Es infalible. Recepcionistas, cajeros… Me conmueven mucho. Ni hablar los taxistas. Subo cantando. Digo: “¿Cuánto hace que no sube nadie cantando? >— ¿La queja puede disfrazarse de otra cosa?

— La queja se maquilla con el maltrato, con la prepotencia, con la insolencia, con el abuso hacia los espacios del otro. Y después pasa en el trabajo. Yo mañana cumplo veinticinco años en el canal y estoy muy conmovido con mis veinticinco años. Tengo una felicidad de estar ahí, donde la he pasado tan bien. El pasarla bien no significa no tener problemas, no significa estar de acuerdo con todo.

— Lo dije ayer y hoy nadie me dijo: “Qué bueno, ¿por qué no festejamos? >En este tramo, Mario Massaccesi profundiza en los matices de la queja, diferenciando entre aquella que sirve para transformar la realidad y la que simplemente se convierte en un lastre personal y social.

— No, yo creo que todos tenemos algo de qué quejarnos. Todos, todos. No seríamos humanos si no tuviéramos… Creo que hasta los que aparentemente tienen todo, tienen razones para quejarse. El tema es en qué medida uso… La queja debe ser un recurso, que es muy distinto a convertirlo en hábito. Cuando la convertís en un hábito, se termina convirtiendo en tu ADN.

— Yo lo que me planteé en ese momento es: ¿qué tal si en vez de enseñarle a tu hijo a quejarse, le enseñas a cómo resolver el problema que genere esa queja? Yo no quisiera tener un hijo quejoso. Me sería más funcional tener un hijo que resuelva a partir de la queja. Creo que estamos enredados en la queja que no nos resuelve la vida.

— Una queja, una puteada a tiempo… claro que sí resuelve la ansiedad del momento, la indignación, la bronca del momento. Por supuesto que sí, no estoy negando que eso sea necesario. Ahora, vivir en ese estado, no. Hay un exceso.

¿Por qué muchas veces la queja es desproporcionada respecto al hecho real?

¿Cómo definís, más allá de lo académico, lo que es una queja?

¿Hay personas que usan la queja como identidad?

¿Qué sucede con quienes no tienen propuestas para salir de la queja?

¿La queja puede ser un mecanismo para incomodar a otros?

¿Por qué decidiste ocuparte de la queja en tu nuevo libro?

¿Cómo fue el trabajo con ella?

¿Qué descubrieron al compartir experiencias tan opuestas?

¿La queja es un tema recurrente en la sociedad argentina?

¿Cuáles son tus tips para correrse de la queja?

¿Qué hacer una vez que identificamos la queja?

¿El optimismo y la queja se aprenden en casa?

¿Cómo influyó eso en tu manera de vivir?

¿Y entonces?

Fuente: telam

Compartir