Yamila nos recordó a un Jorge Cafrune “guerrero con esperanza”, alguien que vivía su arte con coherencia y honestidad, y que siempre estuvo del lado de los que menos tenían. Más allá de la música, su compromiso con la justicia social y su capacidad para hacer creíble cada canción lo hicieron una figura única y entrañable.

En la charla, también destacamos momentos históricos como su consagración en Cosquín 1962, donde el pueblo lo eligió como primera revelación, y su valiente gesto en 1965 al abrir el escenario para Mercedes Sosa, demostrando su generosidad y su apuesta por el talento genuino.

Yamila nos contó con emoción cómo su padre trasciende regiones y canciones: “Cafrune es muchas canciones, es mi patria”, dijo, recordando que su repertorio atravesaba la geografía argentina, desde la cueca cuyana hasta el chamamé del Litoral, pasando por la zamba, hasta canciones de la Patagonia, con una interpretación auténtica e inolvidable.

El legado del Turco sigue vivo en la memoria colectiva, reflejado en estatuas a tamaño real en festivales como Cosquín, en la calle que lleva su nombre en Río Tercero, y en la emoción de los jóvenes que lucen remeras con su imagen, llevando su mensaje de amor por la tierra y por la gente.

Finalmente, Yamila destacó el valor del apellido Cafrune, una responsabilidad que lleva con orgullo y respeto, y que la impulsa a seguir cantando y compartiendo la historia de su padre con el público de todo el país.

Un homenaje cálido, íntimo y lleno de verdad para un artista que sigue vivo en cada nota, en cada aplauso y en cada corazón que lo recuerda.

Por Carlos Lucenti – Estación Urbana 97.5