Viernes 21 de Noviembre de 2025

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El Chaqueño Palavecino se confiesa: verdades, rituales y una historia de amor que sostiene su vida desde hace 37 años

El Chaqueño Palavecino habló sobre su relación con su esposa.

El máximo embajador del folklore argentino abrió su intimidad con una sinceridad que pocas veces muestra. Habló de su matrimonio de casi cuatro décadas, de los rituales que lo mantienen de pie, del peso simbólico de la pilcha criolla y de cómo la madurez lo llevó a valorar el hogar tanto como el escenario.

El Chaqueño Palavecino no solo es un pilar del folklore argentino: también es un símbolo de identidad, de raíz y de pertenencia. Pero esta vez, lejos del ruido de los escenarios y de la ovación del público, decidió hablar de un costado esencial de su vida: su relación de más de 37 años de matrimonio, una historia que para él es tan importante como su obra musical.

Con una sinceridad despojada, casi doméstica, el cantor abrió la puerta de su vida privada y contó cómo se sostiene un vínculo tan extenso.
“En mi casa nos repartimos todo. Yo me lavo mi ropa, me arreglo mis cosas y si tengo que planchar la pilcha de gaucho, lo hago sin problema. No es nada fácil atender a un gaucho, pero cuando hay cariño, todo se vuelve parte del camino”, afirmó entre risas.

Ese comentario, que mezcla ternura, sentido común y humor criollo, lo pinta tal cual es: un hombre de costumbres simples, que entiende el amor desde la colaboración y no desde el mandato.

La pilcha como raíz y como herencia

Al hablar de su ropa típica, El Chaqueño dejó en claro que la pilcha no es un accesorio de escenario, sino un símbolo profundo:
“La pilcha no es solo la pilcha. Lleva historia, lleva respeto. Cada prenda tiene un porqué”, aseguró.

Para él, vestir su atuendo tradicional es una manera de honrar a los antiguos cantores, a los paisanos de campo y a la cultura que lo vio nacer. Por eso, cada vez que la cuida, la limpia o la acomoda, siente que está preservando un legado.

El amor maduro y la fuerza de la calma

El artista reflexionó también sobre cómo cambia la vida afectiva con el paso de los años. Reconoció que la juventud trae impulso, pero la madurez trae equilibrio:
“Con los años uno aprende a poner los pies más en la tierra. El hogar te ordena, te acomoda, te enseña a mirar distinto. Una pareja de tantos años se hace de paciencia, respeto y ganas de seguir construyendo”, dijo con una serenidad que solo la experiencia puede ofrecer.

Esa visión del amor —profunda, trabajada, sincera— contrasta con los tiempos actuales, donde muchas relaciones se consumen rápido. Él, en cambio, defiende la constancia como una forma de afecto.

Una vida artística sostenida por la familia

El Chaqueño también destacó que la estabilidad emocional que encontró en su hogar fue clave para sostener su carrera, que exige giras, viajes constantes, cambios de clima, desvelos y una entrega física enorme.
Su esposa —aunque él no suele mencionarla en público— fue un sostén silencioso y firme en cada etapa: desde sus inicios humildes, pasando por sus primeros escenarios, hasta los grandes festivales donde hoy su nombre convoca multitudes.

“La música me dio mucho, pero mi familia me dio el equilibrio para disfrutarla. Si no estás bien por dentro, el escenario no te perdona”, afirmó.

El paso del tiempo y el oficio que nunca termina

Con su habitual sabiduría criolla, Palavecino se refirió al cuidado de su voz y su cuerpo, una tarea que según él se vuelve más exigente con los años:
“Para llegar a viejo cantando hay que vivir practicando. El cuerpo cambia, la voz cambia, pero la pasión te hace seguir. La experiencia te enseña a disfrutar distinto”, sostuvo.

La humanidad detrás del mito

Sus palabras generaron impacto porque muestran algo que muchas veces queda oculto: detrás del mito folclórico hay un hombre sencillo, profundamente ligado a sus raíces, a su hogar y a su compañera de vida.

El Chaqueño Palavecino no necesita grandes gestos para conmover. Alcanzan sus reflexiones honestas, su mirada tierna sobre el amor maduro y su reconocimiento del trabajo emocional que implica sostener una pareja durante casi cuatro décadas.

Con esta confesión, deja en claro que su fuerza no proviene solo de su voz ni de su presencia en el escenario: proviene también de su vida íntima, de su hogar, de la tradición y del amor que lo acompaña desde siempre.


Redacción | La Folk Argentina

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