Marcelo Simón: un cordobés que hizo grande al folclore

El 10 de septiembre de 2023 partía de este plano Marcelo Simón, ese cordobés nacido en San Vicente, cuya voz y sabiduría siguen resonando en la memoria colectiva de nuestra cultura popular.
Se lo recuerda en los pasillos y escenarios de Cosquín, donde estuvo desde los primeros años, compartiendo labores junto a Julio Marbiz en una dupla histórica: Marbiz como presentador y Simón como libretista. Uno decía, el otro escribía; entre ambos lograron dar al festival una identidad única que todavía se recuerda como fundacional.
Lo que distinguía a Marcelo Simón era su profundo respeto y reconocimiento por los músicos: no hay un artista que pueda hablar mal de él. Marcelo supo dar espacios a todos, absolutamente a todos, en sus programas radiales. "Hoy Folklore" se difundía en todo el país y llegaba a cada rincón de Argentina. Pero no se trataba de un programa que simplemente pasaba música: era una clase, un espacio donde se aprendía, se valoraba y se compartía conocimiento.
Tuve el privilegio de contar con Marcelo Simón como columnista en mi programa de radio durante dos años. Lo llamaba una vez por semana para hablar de las efemérides: repasábamos todas las fechas importantes de la semana, y él aportaba sus conocimientos y recuerdos. Lo sorprendente era que no preparaba nada; lo tenía todo en la cabeza. Mientras iba en el subte, podía relatar cada efeméride con detalle, y siempre acompañada de alguna anécdota personal con el artista correspondiente. Era evidente que no solo conocía la historia: la había vivido a la par de muchos de esos artistas, siendo testigo privilegiado de la música y la cultura que tanto amaba.
Hay recuerdos que lo pintan de cuerpo entero. Antonio Tarragó Ros contaba que, en una de sus primeras llegadas a Cosquín, tuvo un entredicho con Norma Viola durante un ensayo. Marcelo se acercó y simplemente escuchó, sin juzgar ni intervenir. Tiempo después, Antonio descubrió que Norma era novia de Marcelo y corrió a pedir disculpas. Marcelo, lejos de ofenderse, se reía. Así era: un hombre que no buscaba el conflicto y que prefería la armonía por sobre todo.
Otro rasgo que habla de su grandeza era la amistad con el Chango Rodríguez, su coterráneo. Cuando el Chango atravesó la desgracia que lo llevó a ser condenado, Marcelo no le dio la espalda: fue uno de los que se presentó a declarar en el juicio y lo visitó en la cárcel en varias oportunidades. Aunque se había radicado en Buenos Aires.
Marcelo también tuvo un papel silencioso pero fundamental como mediador cultural: fue quien acercó a Atahualpa Yupanqui y a Santiago Ayala, “El Chúcaro”, distanciados durante años. Gracias a su gestión, incluso con el hijo de Yupanqui. Se cumplió la promesa de que ambos descansarían juntos. Hecho que se terminó de concretar en Río Tercero, cuando el Chúcaro y el hijo de Yupanqui coincidieron en un encuentro de folclore.
Hasta en los gestos más simples, Marcelo dejaba huella. Fue él quien le presentó a Lalo Homer a Luis Amaya, y en ese encuentro, junto con Chito Ceballos, nació la magnífica formación Tres para el Folclore. Hasta ese lujo se dio Marcelo Simón: ser el puente de una conjunción artística que se transformó en historia grande de nuestra música popular.
Otra de sus virtudes fue reconocer sus errores. Cuando Ariel Ramírez le consultó sobre la creación de la Misa Criolla, Marcelo confesó en intimidad que había pensado que sería un fracaso. La obra terminó siendo un éxito mundial, y Marcelo supo reconocer públicamente su visión inicial equivocada, demostrando humildad y honestidad intelectual.
Una vez le preguntaron a Marcelo Simón qué es el folclore, y respondió con una imagen que quedó para siempre: “el folclore es la milanesa con papas fritas”. Puede sonar gracioso, pero su intención era profunda: el folclore, para Marcelo, es lo cotidiano, lo que se vive y se comparte todos los días, esas pequeñas cosas de la vida que nos unen y nos representan. Así, con humor y sencillez, resumía que la cultura popular no está solo en los grandes escenarios, sino en lo simple y cercano.
Para cerrar, hay algo que resume a Marcelo Simón mejor que cualquier otra cosa: fue un tipo tan grande, absolutamente grande, que su voz no interrumpía el silencio; más bien, su voz rompía el silencio con presencia y respeto. Cada presentación de un artista bajo su conducción adquiría jerarquía, y su sabiduría otorgaba incluso al silencio un peso y un valor que pocos pudieron igualar.
Carlos Lucentti, Estación Urbana 97.5
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