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Tras la chicharrita del maíz, otro “problema enorme” viene en camino: la oruga de la espiga
En un informe en el que CREA abordó los trabajos que se están realizando para frenar a la chicharrita del maíz, dijo que Helicoverpa zea puede ser otra plaga complicada porque está quebrando resistencias.
Nadie esperaba que la chicharrita del maíz provocara semejante estrago con una cosecha que ya perdió 10 millones de toneladas producto de su expansión poblacional, pero no se puede soslayar que las advertencias comenzaron desde febrero y, si bien es una plaga con características que la hacen muy difícil de enfrentar, la decisión de armar Comités y otras agrupaciones de trabajo recién se tomó en las últimas semanas.
El objetivo es prevenir que, ya tarde para controlarla en la actualidad, en la próxima campaña no genere un problema aún mayor que el que provocó en el ciclo presente, a través de un trabajo aunando esfuerzos, entre lo público y lo privado.
Mientras tanto, desde los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) alertaron que no hay que concentrar el 100% de las miradas en Dalbulus maidis, porque hay otro insecto que tiene todos los números para convertirse en el problema siguiente: Helicoverpa zea, o más conocido como “oruga de la espiga”.
OTRO “PROBLEMA ENORME” TRAS LA CHICHARRITA DEL MAÍZ
En concreto, en un informe en el que abordó los trabajos que se están realizando para combatir a la chicharrita del maíz, CREA dedicó un párrafo también a esta oruga que también genera daños muy importantes en los rindes.
Concretamente, Lucas Cazado, coordinador del Proyecto Plagas de CREA, alertó que si bien actualmente todos los esfuerzos están focalizados en controlar la expansión de la chicharrita, existe “un problema enorme que viene en camino con Helicoverpa zea”.
¿Cuál es ese problema? Que en algunas regiones productivas, la oruga de la espiga ha quebrado la resistencia del evento biotecnológico MIR 162, que está presente en los híbridos Viptera 3, Leptra, Power Core Ultra, VT4 PRO y Trecepta.
Traducido: hay maíces con genética que supuestamente les permite evitar ataques de este insecto, pero el mismo ha generado resistencia y ahora puede afectar a esos híbridos sin problemas.
UN ANTECEDENTE SOBRE LA ORUGA DE LA ESPIGA
Vale recordar, en este contexto, que, a fines de febrero, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) ya había encendido la alerta por esta plaga, ante la proliferación de reportes de presencia y daños de Helicoverpa zea en híbridos Bt con proteína Vip.
Esto está ocurriendo, según Aapresid, en toda la región maicera, y significa un claro indicio de una menor susceptibilidad de este insecto a esta toxina.
La oruga de la espiga es un lepidóptero con marcada preferencia por el cultivo de maíz. Y se diferencia de la chicharrita en que no es vectora de enfermedades, sino que produce daños por sí misma: las larvas causan daños directos al alimentarse de los granos del tercio superior de la espiga, e indirectos al favorecer el ingreso de patógenos y otros insectos.
Vip3Aa20, según Aapresid, quedaba como la única proteína de acción eficaz contra esta plaga, pero ahora también parece estar en riesgo.
Sin embargo, según los relevamientos de la Red de Manejo de Plagas (REM) de la Asociación, en la campaña pasada el 24% de los productores mencionaron haber notado presencia y daño de orugas que teóricamente deberían haber sido controladas por esta biotecnología.
Por su parte, en la campaña en curso, el especialista Alejandro Vera (Estación Experimental Obispo Colombres) informó a la REM que nueve de 10 mazorcas consecutivas presentaban daño de la plaga (incidencia del 90%), con severidad incluso mayor que la campaña anterior.
“Estamos en condiciones de decir que el cambio de susceptibilidad ya es una resistencia, sin ser ajenos a lo que pasa en otros países como Brasil, Canadá y Estados Unidos donde ya hay antecedentes de estas fallas de control”, comentó Vera.
En la actual campaña, estos reportes y los valores de daño se han incrementado, extendiéndose a diversas zonas del país. Si bien aún no hay resultados de estudios científicos que confirmen esta hipótesis, sugieren un alto riesgo de resistencia en el futuro inmediato.
Por Infocampo
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