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El Zorzal Criollo y el cajón de manzanas que iluminó Coronda

Carlos Gardel nació el 11 de diciembre de 1890
Un gesto inesperado de Carlos Gardel transformó un encuentro fortuito en una memoria que atraviesa generaciones. La historia de aquel cajón de manzanas sigue viva, marcada en cada calle y en cada recuerdo del pueblo santafesino.
Un viaje detenido por el destino
Era 1933, y Carlos Gardel recorría los caminos del interior argentino en una de sus giras más importantes. Sus pasos dejaban huella en cada escenario, en cada salón y en cada rincón donde la gente lo escuchaba con devoción. Sin embargo, la historia que hoy recordamos no nació de un espectáculo, ni de un aplauso, sino de un imprevisto en la ruta que detuvo su automóvil frente a la casa de la familia Boggino, en Coronda, Santa Fe.
El auto había sufrido un desperfecto mecánico, y la familia, sin saber de quién se trataba, salió a ayudar. Entre veredas silenciosas, fachadas sencillas y el rumor del viento por los árboles, un instante ordinario se transformó en una escena suspendida en el tiempo, donde la vida cotidiana de un pueblo y la leyenda del Zorzal Criollo se cruzaron por un momento único.
El regalo que se volvió leyenda
Gardel, agradecido por la ayuda, entregó un cajón de manzanas. No era un presente ostentoso ni planificado, sino un gesto humilde y cercano, cargado de la sencillez que a veces distingue a los grandes.
Pero la verdadera sorpresa llegó cuando la familia abrió el cajón: entre las frutas se encontraba un afiche con la imagen de Gardel. El descubrimiento fue inmediato: el hombre al que habían asistido era el mismísimo Zorzal Criollo, el cantor que con su voz había llegado a todos los rincones del país y más allá.
Desde ese momento, aquel cajón de manzanas dejó de ser un simple obsequio para convertirse en una historia que atraviesa generaciones, narrada con orgullo y emoción, que demuestra cómo un instante pequeño puede transformarse en memoria colectiva.
Coronda y la memoria de un gesto
La historia del cajón de manzanas no es solo un relato familiar; es un símbolo del vínculo entre la grandeza de un ícono y la vida cotidiana de un pueblo. Lucy Boggino, hija de quien ayudó a Gardel, recuerda cómo su padre contaba el encuentro con una mezcla de nostalgia y orgullo, destacando la sencillez y la humildad del cantante.
Para Coronda, aquel gesto se convirtió en un relato emblemático, una prueba tangible de que la verdadera leyenda no solo se construye en los escenarios ni en los discos, sino también en los momentos humanos que quedan grabados en la memoria de una comunidad.
Más allá del escenario: la eternidad de Gardel
Aunque Carlos Gardel falleció trágicamente en 1935 en Medellín, Colombia, aquel cajón de manzanas sigue vivo como metáfora de su cercanía y humanidad. Un gesto que transformó un instante cotidiano en historia, mito y orgullo local.
Hoy, recorriendo las calles de Coronda, es posible imaginar el auto detenido, la familia ofreciendo su ayuda, y la mirada humilde de Gardel, un instante suspendido en el tiempo, que sigue inspirando a quienes creen en la fuerza de la memoria y en los pequeños milagros de la vida cotidiana.
Porque a veces, un cajón de manzanas puede convertirse en leyenda, y un gesto simple puede iluminar para siempre la historia de un pueblo.
Redacción | La Folk Argentina
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