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Flores Negras: las cuatro mujeres que armaron un grupo vocal de tango único en el mundo

Laura Esses, Cecilia Bonardi, Laura Hatton y Alejandra Cañoni llevan 26 años como un singular conjunto de música ciudadana con este formato.

Con 26 años de trayectoria, Flores Negra, nombre extraído del tango de Francisco de Caro, sigue siendo el único grupo vocal femenino de música ciudadana en Argentina. En plena pandemia presentaron su disco Maldito Tango a través de un streaming con gran repercusión, pero ahora es turno de hacerlo de manera presencial en Bebop Club de Palermo, el miércoles 29 de junio.

Es un día de semana y ya ha pasado el mediodía en San Telmo. Tres de las integrantes de Flores Negras están con tazas de café caliente sobre la mesa del vistoso bar notable El Hipopótamo, es que el invierno azota fuerte y llegó para quedarse por varios meses en Buenos Aires.

Laura Esses, Cecilia Bonardi y Laura Hatton, de Flores Negras. Foto Lucía Merle

Laura Esses, Cecilia Bonardi y Laura Hatton, de Flores Negras. Foto Lucía Merle

Laura Esses, Cecilia Bonardi y Laura Hatton llegaron un rato antes de lo pactado. Alejandra Cañoni, por su parte, avisó con antelación que tenía otro compromiso. Sin embargo, la palabra de una es la de todas a lo largo de esta entrevista.

Un exitoso streaming

“Durante pandemia no hubo oportunidad de encuentro, entonces sostuvimos reuniones por zoom. Cuando hicimos el streaming, fue todo muy novedoso. Le pusimos mucha energía a ese concierto porque no queríamos que se vea todo igual”, rememora Cecilia, una de las fundadoras de esta aventura vocal tanguera.

Al lado de Cecilia está sentada Laura Esses. Asiente con la cabeza a su compañera y añade: “Habíamos preparado otro repertorio nuevo: la proyección de un disco dedicado a Astor Piazzolla. Siempre solemos estrenar temas que formarán parte de lo siguiente, es un método habitual en nosotras”.

Del otro lado está sentada Laura Hatton, quien no tarda en aportar su mirada. “A un grupo con nuestras características se le hace difícil grabar en un estudio casero. Voces, afinación y empaste nos obliga a estar en un estudio bueno, estar atentas a lo que propone nuestro director artístico y arreglador musical, Diego Vila y también Oscar Laiguera”.

Primeros pasos

Flores Negras, un grupo de tango único. Foto Lucía Merle

Flores Negras, un grupo de tango único. Foto Lucía Merle

Lo llamativo sigue siendo que luego de tantos años de trayectoria siguen siendo el único grupo vocal femenino de tango, una idea original dentro de la escena, principalmente cuando aparecieron en la segunda mitad de los años '90.

“Fue una experiencia sorpresiva. Tomamos un repertorio tradicional. Hubo dos rupturas: primero el que tiene que ver con las voces, y además que seamos cuatro mujeres llevándolo a cabo. En ese momento no era tan habitual ver mujeres en el escena, sumado a que encima éramos jóvenes”, recalca Cecilia respecto al génesis del grupo.

Haciendo mayor referencia al inicio, la cantante suma algo que cree que ayudó en demasía: “Los primeros que nos abrieron las puertas fueron Horacio Ferrer y Ben Molar. Nos apoyó la Academia del Tango. Ferrer nos dijo que le gustaba lo nuestro más allá de que incluíamos interpretaciones suyas. Nos invitaban a cantar a la Esquina Homero Manzi. Susana Rinaldi también nos apoyó. Teníamos el temor de no ser aceptadas, pero nuestra convicción fue clara”.

Otra de las cantantes insignia del tango con quien vivieron una experiencia inolvidable fue nada menos que Amelita Baltar: “Ella llegó a un show y nosotras no sabíamos que venía, nos enteramos cinco minutos antes", describe Laura Essen.

Y agrega: "Se sentó en la primera fila. Cuando terminábamos de cantar una canción, hacía comentarios positivos en voz alta, hasta que nos dijo: ‘¡Bien, chicas!’. Luego le dedicamos Balada para un loco y ella se subió de una al escenario y pidió un micrófono; eso sucedió en Taconenado”.

Flores Negras junto a Amelita Baltar.

Flores Negras junto a Amelita Baltar.

Aunque no solo fueron esos artistas consagrados y de larga trayectoria los que les dieron el visto bueno a Flores Negras: otro de los popes fue el recordado bandoneonista Rubén Juárez, de quien guardan recuerdos imborrables.

“El Negro lo fue todo. Cantamos en su Café Homero. Fue nuestro padrino artístico para la salida del primer álbum. Siempre éramos sus invitadas para cantar. Le fascinaba lo que hacíamos, le parecía diferente, desafiante. Al no haber grupos de mujeres de tango desde lo vocal, tratamos de hacerle honor”, resalta Essen.

Los antecedentes

El grupo de tango Flores Negras. Foto Lucía Merle  

El grupo de tango Flores Negras. Foto Lucía Merle

“Vengo de una familia tanguera. Lo mío era el jazz y el rock, nací en San Telmo, nunca antes había cantado tango. Cuando empecé a ensayar con el grupo, pensé: ‘Acá me quedo como intérprete, me va lo rioplatense’. Enseguida me hizo vibrar de otro modo”, revela Cecilia respecto a su inicio en el dos por cuatro.

Mientras que Essen asume que también aterrizó en el ámbito tanguero sin proponérselo anteriormente: “Vengo del folclore, mi papá escuchaba tango, y mi abuelo cantaba ‘Yo soy la morocha’; siempre interpretaba canciones provenientes de cantantes mujeres. Estar aquí es una especie de homenaje a él. Desde los 18 hasta los 30 canté en el Coro Nacional de Jóvenes. A los 22 me llamó Cecilia para auditar en Flores Negras”.

Según cuentan ellas, Alejandra, fundadora del grupo, participó de coros y ya contaba con un gran recorrido previo a nivel vocal, pero el caso de Laura Hatton, la última en sumarse a esta propuesta, probablemente sea el más llamativo.

“Jamás había cantado tango, salvo un acercamiento con Buenos Aires 8. Cuando era chica, mis viejos escuchaban jazz. Gracias a Piazzolla me interesé; yo abordaba el jazz y lo brasileño. Después, Pugliese y Aníbal Troilo. Hasta que llegué a Carlos Gardel, o sea que fui de adelante para atrás conociendo el tango", señala la cantante, quien a su vez tuvo un importante paso por el rock junto a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Aquella grabación en el disco Gulp! junto a los Redondos, Hatton la recuerda como si hubiera sucedido la semana pasada.

“Ensayaban en la calle Soler, en la terraza de la casa de Skay Beilinson; ahí tenían una sala. Fue algo corto. Ellos tocaban con mi marido, Rodolfo Gorosito. Entonces participé de un ensayo y el Indio Solari me preguntó: ‘¿Qué se te ocurre en esta parte de la canción?’. Así sucedió y tuve la suerte de grabar en Gulp!. También hice laburos con Marilina Ross, hasta tocaba la pandereta”, sintetiza la vocalista.

Público afable

Flores Negras    

Flores Negras

Tener de su lado a referentes del tango fue trascendental para Flores Negras en sus primeros años, pero el respaldo del público sin duda fue crucial.

“No es que solo éramos cuatro jóvenes que cantaban tango, sino que en ese tiempo el público era más grande. Recibíamos devoluciones de diferente gente, pues no se acercaban solamente los escuchas de tango, sino que era variado. Al tratarse de algo vocal, empezó a aparecer un público ambiguo, los no tangueros disfrutaban de una propuesta descontracturada”, revisa Cecilia, tras el paso del tiempo.

Laura Hatton coincide con su compañera y aporta su argumento: “Hay gente que entra al tango por una cuestión vocal. De hecho fue lo que me sucedió. Abarcamos distintas generaciones, de hecho yo soy la mayor. Pero todas coincidimos en el amor por la música vocal, por más que venimos de diferentes experiencias”.

Mientras que Essen plantea que el desafío es para las cuatro por igual, Cecilia hace mención a la complejidad del proyecto. “Para que todo se renueve, la cabeza del arreglador es fundamental, él piensa en el rol de cada una para determinada canción. Luego hay que aprenderlo, probarlo y corregirlo. Lleva su proceso”.

Además, la cantante remarca la diferenciación de un grupo vocal a una solista: “Aquí somos varias que sumamos cada una en su lugar. Lleva maduración, los arreglos son complejos, existen hasta tensiones en la armonía. Nuestro arreglador siempre nos dice que cuando ya lo logramos es como cantar el Arroz con leche”, remarca ella, y luego las tres lanzan carcajadas al unísono.

El Entrenamiento

Hatton confía que cada una por su lado realiza prácticas por fuera del grupo. “En mi caso, agarro pedacitos difíciles de un tema. Voy al piano con la partitura y pienso: ‘Algo no me está saliendo’. Con el piano encuentro el detalle. Soy exigente hasta con la forma de las vocales. Si queremos un final de tal manera, hay que trabajar la técnica”.

Y luego agrega: “Hay que trabajar hasta la proyección de los labios, la respiración. Tener cuidado con que no se pierda la melodía en el enjambre de la armonía”.

A su vez, la artista confiesa que “un buen trago de whisky o coñac me dan fuerza y seguridad para salir a cantar”.

Cecilia destaca, a su vez, el valor y aporte de Edgardo Acuña, quien las acompaña con la guitarra. “Tiene su formación, es un grande del tango. Rodolfo Gorosito grabó en el disco y ahora Edgardo es quien hace propuestas. La verdad que su aporte influye en la solidez del grupo”.

Respecto a su método de preparación, Cecilia hace hincapié en beber no menos de dos litros de agua antes de la noche del concierto.

Relación con otras orquestas

A diferencia de otras agrupaciones de tango que forman parte de la gran oleada que se produjo a finales de los noventa, Flores Negras relata que nunca se movió por el mismo circuito.

“A nosotros no nos pasó. Es que lo nuestro es para prestar atención, para escuchar, en cambio muchas de esas orquestas se prestan para que el público baile. Nosotras somos un cuarteto vocal. A nuestro público le interesa más escuchar, no solo mirar”, analiza Cecilia.

Essen, por su parte, señala lo siguiente: “No es que no se pueda bailar porque lo dictaminamos, sino que lo nuestro es más teatral; nosotras somos más para escenario. Hay jóvenes que se acercan incluso para preguntarnos si damos clases de canto”.

Respecto a vivir pura y exclusivamente del tango, cada una cuenta su realidad. Cecilia revela que además es psicóloga. Laura Essen se dedica a la música y por otra parte es intérprete de lengua de señas. Hatton es docente de música y durante muchos años fue sesionista. Alejandra, a diferencia de sus compañeras, es música terapeuta.

“Ella trabaja en una escuela para ciegos. Una vez, en la conmemoración de Santa Cecilia, nos invitó a cantar Libertango y los chicos ciegos tocaron los instrumentos. ¡Fue tremendo! Sus caritas de placer, su talento, la gratitud. ¡Lloramos de tanta emoción!”, evoca Cecilia, con un rostro encantado.

-¿Qué recomiendan a los jóvenes que quieran experimentar música a través de un grupo vocal?

Hatton: -Para adquirir un oído recomiendo formar parte de un coro, es como jugar en un equipo: se motivan, se arman grupos, van de aquí para allá.

Essen: -Que disfruten del aprendizaje. Y que se fijen bien a quién eligen para que los acompañen. A nosotras nos pasó que hubo profesores que nos dejaron dudas. El que instruye debe ser amoroso, por sobre todas las cosas; lo emocional es sumamente importante.

Cecilia:- Los jóvenes hoy vibran con el tango de una manera distinta, se divierten y aportan arreglos modernos. Incluso hay orquestas de todas chicas. Por fin las mujeres hoy pueden ocupar lugares que antes eran exclusivos de los hombres. ¡Ese es el camino!

MFB

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